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incompetente instrumento de la Providencia, y cuyo
soplo inspirador ha sido de nuestro venerable
párroco de San José, secundado por la colaboración
de unos hombres sacrificados que nos rodean.
Pero ha sido usted, padre mío, quien ha venido
como verdadero enviado de la divina Providencia.
Con vuestra gran experiencia en las cosas de Dios,
usted nos ha traído la solución del problema,
después de haber estado sometidos tanto tiempo a
los veredictos de los hombres de bien.
((**It14.698**)) Estos,
en medio de la turbación que atravesamos, se
preguntan, sin cesar y hasta con ansiedad, de qué
forma se podrá salvar nuestra sociedad tan en
peligro.
íQué medio tan eficaz, para asentar el reino de
Dios en la tierra, la propagación de la luz
evangélica!
Usted ha querido, y nunca se lo alabaremos
bastante, crear en Marsella una casa comunitaria
para su Congregación. Si lograse dar a la obra de
la calle Beaujour, es decir, al Oratorio de San
León, la expansión de que es capaz, no dudamos de
que saldrán de sus fecundas manos batallones de
jóvenes que engrosarán el ejército del Señor.
Serán sus soldados, padre mío, esos jóvenes
obreros a los que no se les querría dar más que
los primeros elementos de la ciencia y que no
serían en el futuro, como se pretende, más que
hijos de una escuela sin Dios, e irían a engrosar
las filas de los Peores enemigos de la sociedad.
Colocados, por el contrario, bajo el yugo de
una educación cristiana, sujetados por el
atractivo de unos conocimientos útiles,
satisfechos con su formación profesional,
integrarán un día el gran ejército del bien contra
el mal.
Crea usted, pues, que seremos muy felices,
secundando las generosas inspiraciones de su celo,
ayudándole a organizar todo lo que haga falta para
esta triple obra:
1) La fundación de un noviciado de Salesianos,
destinados a desparramar sus obras de apostolado
juvenil en Francia: noviciado, donde usted formará
sacerdotes, clérigos y coadjutores, que irán a
llevar por toda nuestra infortunada patria las
ideas fecundas en favor de los que la Providencia
le hace apóstol.
2) La obra de los estudiantes, en la que usted
fomentará las vocaciones eclesiasticas. Esta
iniciativa es, ciertamente, la más importante en
nuestros días, ya que las inteligencias,
materializadas por los intereses terrenales, no
comprenden apenas las grandes verdades de la
eternidad. Así sucede que, sólo de cuando en
cuando, brota alguna que otra vocación para el
sacerdocio.
3) Y, finalmente, la obra de los aprendices, en
la cual, con una formación profesional, usted
hará, ante todo, hombres y cristianos. Esto será
una pacífica, pero eficaz protesta contra las
costumbres del tiempo presente, en que no se cesa
de exaltar los derechos del pueblo, sin recordarle
sus deberes.
En un país generoso como Francia, la idea que a
usted le guía se extenderá rápidamente y,
hondamente penetrado de esa convicción, me atrevo
a asegurarle, padre, que todos se comprometerán
aquí y allí por darle, en la medida de sus
fuerzas, la colaboración más entusiasta.
Reciba la seguridad de mi más respetuosa y
cordial consideración.
Marsella, 12 de febrero de 1879.
JULIO ROSTAND
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