((**Es14.580**)
cualquier ciudad de su Liguria, se presentaba,
llevando consigo donativos recogidos por él y
acompañando a personas enfermas. En 1881 fue a la
conferencia que dio durante la novena de María
Auxiliadora y llevó al Siervo de Dios cinco
donativos. El Beato los colocó sobre la mesa, sin
saber en absoluto su proveniencia y, señalando con
el dedo, dijo:
-Estos tres obtendrán la gracia; estos otros
dos, no.
No se había terminado aún la novena, cuando
aquellas tres personas enfermas sanaron y una de
ellas vive aún, mientras redactamos estas líneas
(1933), y ha alcanzado la bonita edad de noventa
años; las otras dos murieron 1.
Un caso de bilocación, que deberíamos haber
contado en el volumen anterior, se dejó de lado,
porque la documentación no nos parecía adecuada a
la importancia del hecho.
Una señora escribía a don Miguel Rúa en 1891 y,
refiriéndose a algo sobre lo que ya le había
escrito en otra ocasión, hacía una exposición muy
sumaria, como se suele hacer cuando se trata
simplemente de llamar la atención sobre asuntos o
detalles que anteriormente se han explicado. Hoy
también nos expone muchos de aquellos datos una
persona bien informada, a saber, la hija mayor de
dicha señora.
Habiendo tenido la fortuna de descubrir, tras
muchas pesquisas dónde residía, se ha podido
obtener de la misma una pormenorizada ((**It14.681**))
relación que completa bastante la carta de la
madre. Asegurada ya la santidad del Hombre, no
creemos que deba mantenerse secreto un prodigio
que, no es nuevo en la vida de los Santos, y que,
como veremos a su tiempo, con el refrendo de
documentos irrefutables, no fue único en la misma
biografía de nuestro Beato.
El 14 de octubre de 1878, don Bosco estaba
ciertamente en Turín. Aquel día, en casa de la
señora Adela Clément, en Saint-Rambert d'Albon,
departamento del Dr“me, entró un sacerdote
desconocido, que hablaba francés y no quiso decir
su nombre, pero que, a las reiteradas
insistencias, respondió:
-Dentro de unos años mi nombre estará impreso
en los libros, y estos libros llegarán a vuestras
manos. Entonces sabréis quién soy yo.
Le había llevado a casa el marido, comerciante
en aceite y carbón.
Regresaba él de Chanas, pueblecito distante medio
kilómetro de Saint-Rambert, adonde había acarreado
una partida de su mercancía,
1 Relación escrita por la nieta, señor Anselmo,
comadrona, y por el nieto don Domingo Anselmo,
misionero salesiano (Arenzano, 1933).
(**Es14.580**))
<Anterior: 14. 579><Siguiente: 14. 581>