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Spezia? No se ha perdido el tiempo y costó mucho
vencer las dificultades, que se multiplican a cada
paso. No obstante, se logró que fracasaran todas
las asechanzas, que solamente la inmoralidad y la
impiedad protestante saben levantar. El día de san
Lorenzo se firmó la escritura de compra del
terreno, donde se proyectan construir las
escuelas, la iglesia y la casa para nuestros
maestros. Deseábamos que este acontecimiento tan
esperado se hubiese realizado un poco antes, como
un ramillete de flores para ofrecer a V. E. en su
día onomástico; pero sobrevino otro obstáculo, que
parecía dar al traste con toda la negociación. Eso
no obstante, la tarde de aquel día logramos firmar
en Turín la escritura, que nos hacía dueños de mil
quinientos metros de terreno edificable, pagando
el precio al contado: los planos correspondientes
están terminados y el martes, día 17 de los
corrientes, estará allí el ecónomo de la
Congregación para empezar las obras, de modo que
el próximo marzo podamos trasladar nuestras
tiendas. No sé si será posible llevar a cabo tanto
trabajo en tan poco tiempo, pero la necesidad no
tiene ley y esperamos, con la ayuda del Señor,
poderlo conseguir.
Para los gastos necesarios en Marsella, en
Niza, en Vallecrosia y en Turín, confío ir
adelante sin dificultades. No así para La Spezia,
pues allí no se puede esperar ninguna ayuda
material. Hasta ahora nuestra beneficencia en
aquella ciudad ha sido la inagotable caridad del
Padre Santo. En una hojita aparte expreso mi
pensamiento; ruego a ((**It14.672**)) V. E.
se digne leerla y comunicarla a Su Santidad, si a
la iluminada sabiduría de V. E. le parece
conveniente.
Le suplico, por fin, se digne presentar al
Santo Pontífice los pobres esfuerzos que los
Salesianos hacen por el bien de la Santa Iglesia,
implorando la bendición apostólica para todos,
especialmente para nuestros misioneros de América.
Mientras nos encomendamos todos a la caridad de
las santas oraciones de V. E., tengo el alto honor
de poderme profesar con suma veneración y profunda
gratitud,
De V. E. Rvma.
De la Casa de Nizza Monferrato, 20 de agosto de
1880
Su seguro servidor
JUAN BOSCO, Pbro.
Ante aquella gran mole de obras, gravitando
sobre los hombros de una sola persona, era muy
lógico que don Bosco se preguntase: <>cómo proveer de lo necesario a tantos
muchachos asilados, cómo sostener tantas obras ya
comenzadas: >>Dónde encontrar alimento y vestido
para tantos maestros y alumnos?>>. A tan serios
interrogantes contestaba:
<>vamos
a dudar que nos falte en lo porvenir: No,
ciertamente. Hagamos todos lo poco que podamos, y
Dios suplirá lo que falta. Pero, mientras ponemos
ilimitada confianza en la bondad del Señor, no
escatimemos nuestra cooperación. Cada uno medite
un momento en el precepto del Salvador, cuando
dijo: Dad y se os dará
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