((**Es14.567**)
y plazas en la ciudad de la laguna,
acostumbrándose al vicio y a la blasfemia, y, por
añadidura, sin ningún conocimiento de Dios y de la
religión, enemigos del trabajo, destrozados
físicamente por los sufrimientos y privaciones de
toda clase y depravados intelectualmente, los dos
celosos seglares discurrían cómo poner remedio a
tanto mal.
Había, es verdad, centros de beneficencia, pero
pocos y realmente insuficientes para la necesidad;
había también centros obreros nocturnos, pero
escasísimos de locales y de medios y que tenían un
influjo muy limitado. >>Cómo salvar a tanta pobre
juventud?
Prescindiendo de momento de la idea de dar
mayor impulso a los centros benéficos de la ciudad
y haciendo suyo un plan del difunto patriarca
Ramazzotti, acariciaban la fundación de una
escuela agrícola, en la que les parecía ver el
arca de salvación para tantos pobres muchachos
casi abandonados. En el campo, a su manera de ver,
no faltaba trabajo, máxime entonces, cuando con
medios mecánicos comenzaban a ser saneados y
transformados en productivos, amplios terrenos
pantanosos e incultos; el trabajo era allí más
moral e higiénico que en cualquier taller y estaba
más de acuerdo con la naturaleza humana que no el
actuar como máquinas; allí costaba mucho menos la
instrucción, la vivienda, la alimentación, etc.
que en cualquier centro de la ciudad, a más de que
el trabajo mismo, por pequeño que sea y hecho por
brazos todavía inexpertos, siempre rinde; allí
((**It14.666**)) ganaba
no sólo la juventud, sino toda la sociedad, pues
las ideas subversivas, el odio de las clases
pobres contra las acomodadas y los otros
principios funestos que agitan las masas no
encuentran incentivos. Si no que, al contrario, se
calman y se rectifican ante el espectáculo de la
naturaleza, que produce saludables efectos bajo el
benigno influjo de la Providencia 1. Suplicaron,
pues, a don Bosco que dirigiera su atención y
caridad a un problema tan grave, pero más aún al
remedio propuesto. El patriarca Agostini,
informado del asunto, bendecía la propuesta con
toda su alma.
Pareció que la Providencia acudía en seguida al
encuentro de la caritativa iniciativa. Una piadosa
señora veneciana, Isabel Bellavite.
Astori, viuda desde hacía algún tiempo, pensaba
precisamente crear en el cercano poblado de
Mogliano, donde ella tenía sus posesiones, una
colonia agrícola, mas no por testamento, sino en
vida y cuanto antes. Se aconsejó con el senador
Rossi de Schío, y éste le hizo un presupuesto como
para espantarse, de suerte que estaba a punto de
renunciar a la colonia y limitarse a un asilo para
doce ancianos
1 Carta del ingeniero Pedro Saccardo a don
Bosco, Venecia, 13 de junio de 1879.
(**Es14.567**))
<Anterior: 14. 566><Siguiente: 14. 568>