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((**Es14.563**) ciencias naturales. Entonces el Obispo de Spálato, en nombre de sus compañeros, acudió al Padre Santo pidiendo le ayudara para poder abrir el colegio en el curso escolar 1880-81. El Papa comunicó la idea a don Bosco, a través de la Secretaría de Estado, notificándole que vería con gran satisfacción que proporcionara los profesores necesarios para aquel curso de estudios, siempre que estuviese en condiciones de hacerlo 1. Un eclesiástico dálmata, encargado de dar los pasos oportunos para buscar el personal y acordar los posibles gastos, llegó al Oratorio y habló con el Siervo de Dios. Como el Papa dejaba el encargo a sus posibilidades, le fue fácil al Beato declinar la invitación.Sin duda, ante un deseo formal de la Santa Sede habría estudiado el modo de atender la petición pero, en aquel caso, nada le impedía declarar la imposibilidad de encontrar personal tan numeroso y de tal calidad. En Lugo (Italia), hacíase cada vez mayor la impaciencia por tener a los Salesianos 2; ((**It14.661**)) las insistencias a don Bosco se multiplicaban, pero no se veía nada concreto y estable que apresurase la ida. Las visitas, que hicieron primero don José Lazzero y don Julio Barberis y después don Clemente Bretto, habían avivado las esperanzas de los de Lugo y, más todavía, con el paso por aquella ciudad de don Juan Cagliero y don Celestino Durando. Después de su visita, don Clemente Bretto había escrito 3: <>. Un eclesiástico de la ciudad, monseñor José Emaldi, ofrecía dos inmuebles, que se podrían adaptar para colegio, pero el anciano Prelado murió en 1879, sin mencionar el asunto en el testamento, y, sólo por acto fiduciario, ponía a disposición del colegio, cuando se abriese, los intereses de veinte mil liras, que era bien poca cosa. Los condes de Emaldi parecían dispuestos a actuar, pero nunca se llegaba a nada positivo. Estaba en la ciudad la familia Vespignani que desde 1877 no dejó de animar, sobre todo el señor Carlos Vespignani, hermano mayor 1 Carta de monseñor Cretoni a don Bosco, Roma, 27 de agosto de 1880. Hacía ya algún tiempo que no escribía el cardenal Nina, enfermo en Grottaferrata; en septiembre fue substituido por el cardenal Jacobini en la Secretaría de Estado. 2 Véase vol. XIII, pág. 551. 3 Carta a don Miguel Rúa, Alassio, 20 de octubre de 1878. (**Es14.563**))
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