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<((**It14.56**)) mis
perisamientos. En Beaujour un noviciado, un
orfanato, una escuela para cultivar vocaciones;
eso es lo que, con la ayuda de Dios, esperamos
llevar a efecto. Los tiempos, los lugares, las
personas nos aconsejan caminar con la máxima
cautela, pero con la máxima constancia>> 1.
Mientras estaba en Sampierdarena, una bendición
suya produjo un efecto sorprendente. La señora Ana
Chiesa tenía a su hija, Pía, atormentada por
constantes dolores de cabeza. Como se enterara de
que en el hospicio de San Vicente estaba don
Bosco, la llevo allá para que se la bendijese;
pero, ocupado el Siervo de Dios en las audiencias,
no pudo acercársele. No se desanimó, estuvo
aguardando pacientemente cuatro o cinco horas, don
Bosco salió varias veces de la habitación con
alguna persona, mas sin volver nunca la mirada a
ella. Por fin, pasó una vez al lado y le dijo:
->>Y usted, señora, qué desea?
La buena madre le expuso en pocas palabras el
estado de su hija.
-íOh! Eso no tiene importancia, contestó don
Bosco, poniendo ligeramente la mano sobre la
cabeza de la enferma.
El mal desapareció al instante, y ya no volvió
a molestarla jamás.
El recuerdo de este hecho dio origen más tarde
a otro, con visos de extraordinario. Había muerto
don Bosco: la señora Casanova, que tenía un pie
malo, descuidó el mal de tal manera que, cuando
acudió al médico, ya no había más solución que la
amputación de la pierna. La pobre señora, desolada
al oír la noticia, estaba desesperada. Al
enterarse del caso de su amiga, la señora Chiesa,
recordando la curación instantánea y perfecta de
su hija, fue a aconsejarle que se recomendase a
don Bosco, dejándole una de las reliquias, sacadas
de sus ropas, tan solicitadas después de la muerte
del Beato. Agradecióle la amiga el consejo, se
encomendó a don Bosco y aplicó la reliquia a la
pierna. Llegó el día de la operación, prepararon
los médicos el instrumental, quitaron las vendas
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pierna; pero, con estupor de todos, se encontró un
evidente principio de mejoría, que progresó hasta
la curación completa.
1 Sampierdarena, 16 de febrero de 1879. La
carta fue redactada por don Miguel Rúa y firmada
por don Bosco.(**Es14.56**))
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