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a don Bosco para agradecerle el envío de las
hermanas a Melazzo y le contó que sus Hijas
trabajaban maravillosamente y ponderó su celo por
el oratorio festivo.
-Las reuniones dominicales, observóle don Bosco
1, son causa de un bien inmenso, como ya le dije
otra vez. El taller y el parvulario acarrean
grandes bienes, pero limitados; en cambio las
reuniones dominicales tienen una influencia mucho
mayor e impiden mucho mal, porque apartan a las
mozuelas de las ocasiones y halagos de los jóvenes
disolutos, que especialmente en los días festivos
tienen oportunidad de galantearlas y corromperlas.
Mire, aquí el domingo, hace pocos años, era un
espectáculo horrible; mozas y mozos se amontonaban
alrededor de los organillos y escandalizaban con
toda clase de obscenidades en actos y en palabras.
Se comenzó por llevar a otro lado a los jóvenes,
atrayéndolos y entreteniéndolos en el
Oratorio;((**It14.650**))
vinieron después las chicas; y ahora llenan de
bote en bote la iglesia, se apiñan a la puerta y
están a veces horas y horas aguantando la lluvia
con la esperanza de oír algún fragmento de la
palabra de Dios.
-Esto se debe, interrumpió el Marqués, a la
gracia y a la ayuda de Dios de una manera visible,
porque, humanamente hablando, esto no sería
posible de otro modo.
-Sí, a la ayuda de Dios, que no falta, cuando
se trabaja de veras y con fe.
Y narró el episodio de la visita de un Ministro
inglés al Oratorio 2.
Por último, en la segunda mitad de octubre, se
abrió el colegio de Santa María, en Bronte,
población importante en las faldas del Etna, y
cerca de Randazzo. Se hicieron cargo de las
escuelas elementales para muchachas y de la
dirección del hospital. Causa admiración ver a las
Hijas de María Auxiliadora, nacidas y criadas en
un ambiente reducido y acostumbradas a una vida
casera, emprender el vuelo hasta países lejanos
con otra lengua, y, sobre todo, entonces, cuando
los viajes largos no se hacían con la frecuencia y
la comodidad de nuestros tiempos. Tan poderoso era
el ascendiente de don Bosco en sus almas, que las
empujaba a cualquier sacrificio para ir a hacer el
bien. Sin embargo, don Bosco no las arriesgaba a
ir solas por el mundo; y así hizo que don Juan
Cagliero las acompañara hasta Bronte y que,
pasando por Roma, Mesina y Catania, las condujo
hasta su residencia.
Llegaron el día 22, después de ocho días de
viaje. Los vecinos
1 Relación manuscrita del Marqués, 24 de abril
de 1891.
2 Véase vol. XIII, pág. 779, nota.
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