((**Es14.53**)8 de
febrero. Habló especialmente para los alumnos de
bachillerato superior y del liceo. Recomendó la
alegría, que estuviesen alegres y para ello que
vivieran en paz con Dios; que compartieran su
alegría con las almas del Purgatorio y, por tanto,
como al día siguiente era fiesta, que comulgaran
en sufragio de sus almas, que prolongaran su
propia alegría pensando todos en seguir su
vocación, porque ésta era la manera de procurarse
alegría para toda la vida. Díjoles, por fin, que
los quería alegres no sólo en el alma, sino
también en el cuerpo; que para ello se había
puesto de acuerdo con el Director, para que en la
mesa se les sirviese algo especial. Y concluyó
diciendo:
-Si ahora estáis alegres y sois buenos, os
prepararéis esa alegría eterna, que yo os deseo de
todo corazón y pido a Dios os conceda.
Encontró también tiempo para dar una
conferencia a los cooperadores salesianos de la
ciudad, que llenaron la nave central de la
espaciosa iglesia. No era la primera conferencia
de esta clase, que se oía en Alassio, pues el año
anterior la había dado monseñor Alimonda, obispo
de Albenga y cooperador de primera hora. Este
prelado quería mucho al colegio y a su director,
con quien se entretenía con gusto en largas
conversaciones; apreciaba muchísimo la
Congregación y veía en don Bosco al hombre de la
Providencia, al que guardaba sincero afecto, mucho
antes de ser obispo. En la fiesta de san Francisco
de Sales, recién celebrada en el colegio el día 2
de febrero, esperando que para aquella fecha ya
habría vuelto don Bosco de Francia, ((**It14.53**)) había
ido a predicar el panegírico del santo Patrono y
había icho bellísimas palabras en honor de don
Bosco. El 29 de enero ya había tejido el elogio de
san Francisco de Sales, creado Doctor de la
Iglesia en 1877 a sus seminaristas y, en esta
circunstancia, había pronunciado estas enfáticas
expresiones:
<<>>Y dónde te dejo, querido amigo mío,
venerando padre del clero, Juan Bosco? Eras
jovencito y se te reveló el Santo de Sales; de él
tomaste el saber amable, la santidad simpática,
todo el conjunto de dulces virtudes cristianas,
que tanto te honran. Tomaste de él el pensamiento
y el espíritu de tu benemérita Congregación
Salesiana. Yo la he visto nacer y dilatarse, como
una planta del paraíso transplantada a la tierra;
parecida en todo al crecimiento y desarrollo de
los hermosos monasterios de la Visitación. San
Francisco de Sales revive y se multiplica en ti, y
por ti revive y se multiplica en la sociedad. Te
debo este tributo de alabanza, como desahogo de
gratitud; puesto que de la obra diligente de tus
hijos se aprovecha y alegra mi amadísima diócesis;
pero, alabanzas más preciosas y más digna
rendición de gracias te llegan de la Iglesia
Católica, cuyo regazo se fecunda en Europa y
en(**Es14.53**))
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