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((**Es14.524**) pero varias veces se valió cuando lo veía necesario para gloria de Dios y bien de las almas, ((**It14.615**)) como me consta por el mismo Venerable y por su sucesor don Pablo Albera>>. El aprecio, el afecto y la veneración a don Bosco recibían en Francia testimonios elocuentes, que veremos extenderse y multiplicarse continuamente hasta su muerte. El doctor D'Espiney había publicado en Niza una monografía sobre don Bosco, de la que trataremos en el próximo volumen, para complacer a muchos franceses deseosos de conocer la vida y obras del hombre de Dios. En Marsella, en las actas de las reuniones tenidas por la comisión de las Señoras, se le califica de santo a cada paso; como las de un santo se consideran habitualmente su palabra, su oración y su bendición. Desde París, el célebre abate Moigno, físico y matemático insigne, fundador de la revista científica Cosmos y autor de la obra monumental, Los esplendores de la Fe, escribió al Director de Marsella que lo había consultado sobre un sistema de calefacción: Je suis dévoué coeur et âme … don Bosco et … ses merveilleuses oeuvres (Mi corazón y mi alma son totalmente de don Bosco y de sus admirables obras). Tan sinceras manifestaciones de simpatía aparecerán tanto más dignas de relieve, si se considera que eran prodigadas en Francia a un italiano; verdadera señal de que estaban persuadidos seriamente de su santidad, nunca extranjera en ninguna parte de la Iglesia. (**Es14.524**))
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