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((**Es14.523**) probable para abrirlo, se hará; de no encontrar las otras instancias, remos otra súplica a la Sagrada Congregación de Obispos y Regulares. Si hace tres años o este mismo, hubiese podido obtener audiencia del Emmo. Card. Ferrieri, habría podido dar aclaraciones, que hubieran ahorrado muchos disgustos y algunos perjuicios a nuestra Congregación. Pero no lo pude conseguir. No puedo, además, ocultar mi amarga aflicción, al no poder hacerme comprender. Trabajo y quiero que todos los Salesianos trabajen por la Iglesia hasta el último respiro. No pido auxilio material, sólo pido la indulgencia y la caridad compatibles con la Autoridad de la Santa Iglesia. ((**It14.614**)) Espero otras preguntas para dar más explicaciones y haré cuanto pueda para ser claro, para que no se entienda lo contrario de cuanto tengo intención de exponer. Créeme siempre en N. S. J. C. Sampierdarena, 7 de mayo de 1880 Afmo. amigo JUAN BOSCO, Pbro. Tres cosas están fuera de toda duda. En primer lugar, don Bosco, en enero de 1879, alentado por el nuevo Obispo de Marsella, renovó ante la Sagrada Congregación de Obispos y Regulares una súplica para obtener la erección canónica de aquel noviciado. En segundo lugar, dicha Congregación transmitió el 5 de febrero la súplica al Obispo diocesano para los oportunos informes, y monseñor Robert, el 23 del mismo mes, envió a Roma una amplísima carta comendaticia, en la que declaraba que, en la casa salesiana de Marsella, se podía convenientissime Novitiatus immediate aperiri. En tercer lugar, no obstante el juicio del Obispo sobre la posibilidad de abrir en seguida el noviciado, don Bosco no hizo nada por abrirlo, porque en la casa no existía todavía un local independiente preparado donde reunir a los novicios, sino que esperó hasta 1882. En aquellos años, los aspirantes franceses iban a Italia aunque no todos; algunos hicieron individualmente el noviciado en las casas de Francia. Y henos aquí, otra vez, en la ocasión de repetir una cosa ya dicha y repetida y en la que no deberíamos detenernos; pero, ya que podemos documentarla mejor, volveremos a repetir. En el Proceso, tenido ante la Curia de Turín, por Autoridad Apostólica, en los años 1917-18, el cardenal Cagliero atestiguó en una de sus declaraciones 1: <(**Es14.523**))
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