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Sin embargo, repetía a los suyos que no se
cansaran demasiado. Seguía teniendo enfermos los
ojos y casi inutilizado el derecho.
-Es verdad, observaba, veo menos con un solo
ojo que con los dos. A pesar de todo, espero que
el Señor me conservará el que me queda, porque, de
otro modo, no podría trabajar. El Señor sabrá
arreglar de alguna manera las cosas.
En las reuniones, en las que se ventilaban
propuestas ya examinadas por él y cuyos detalles
había ponderado por todos los costados, ícuánto
debía costarle estar oyendo observaciones
improvisadas, objeciones superficiales,
oposiciones nada razonables íCuán duro tenía que
resultarle tener en la mente un plan preciso y
seguro, ver claramente la posibilidad de llevarlo
a cabo y no poder, por buenas razones,
manifestarlo sino a medias, y oír argumentos para
demostrar que aquello era hacer castillos en el
aire e inasequibles! Pero, en estos casos, su
método era exponer con sencillez sus puntos de
vista, y después, sin entrar en discusiones,
someterse en el acto tranquilamente al voto de los
otros, aun cuando fuera contrario a su deseo; pero
después, al correr el tiempo, llevaba los hilos de
tal forma que había que proclamar como posible lo
que había parecido imposible, y todo ello siempre
a su favor, sin el menor aire de triunfo.
En Alassio no pudo esta vez, por sus muchas
ocupaciones, entretenerse apenas con los alumnos
del colegio, a excepción de las confesiones
durante la misa de comunidad. Sin embargo, cuando
salía de la iglesia después de las ocho de la
mañana, tardaba más de veinte minutos en atravesar
el patio, porque los muchachos, en cuanto le veían
asomar, corrían a su alrededor y él siempre los
entretenía con alguna broma o diciéndoles una
buena palabra; tenía siempre preparadas preguntas
y respuestas para cualquier caso. Lo mismo hacía
con sus profesores y asistentes.
Diversas personas de autoridad se le
presentaron para ofrecerle colegios y casas. Su
porte, su calma y bondadosa sencillez, la
profundidad de sus puntos de vista, la sabiduría
de sus sugerencias, ((**It14.52**)) la
afabilidad de su trato y su afectuosa sonrisa los
dejaba encantados. Una comisión del ayuntamiento
de Porto Maurizio fue a rogarle que aceptara la
dirección de las escuelas de la ciudad y abriera
allí un colegio, cuya construcción correría a
cargo de la población; aquellos señores, aunque
vieron defraudadas sus esperanzas, marcharon
considerándose afortunados por la conversación,
que habían tenido con el Siervo de Dios. En
Alassio habló dos veces en público, la primera a
los alumnos, la segunda a los cooperadores. A los
muchachos les dio las <>, después
de las oraciones de la noche del sábado, (**Es14.52**))
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