((**Es14.518**)
José Bologna estaba en Alassio, él escribió a la
dirección de Marsella y, sin alterarse lo más
mínimo, la echó al correo.
((**It14.608**)) La
misma seguridad manifestó a don Juan Bautista
Lemoyne, que, se trasladó de Nizza Monferrato a
Turín, y no se abstuvo de preguntarle por qué
había escrito a don José Bologna: <>. Asimismo no podía comprender por
qué se obstinaba en no creer las afirmaciones de
don Miguel Rúa. El Beato, con la paternal e
ilimitada confianza, que tenía con sus hijos, no
le ocultó en qué se fundaba su seguridad.
Pero fue muy parco con él en sus declaraciones;
por el contrario, se explicó cumplidamente en San
Benigno en la tarde del primero de diciembre.
Hacía unos días que estaba allí con el Capítulo
Superior para dar la última mano a las
deliberaciones tomadas en el Capítulo General. Se
tenían largas reuniones mañana y tarde, dice la
crónica.Aquella tarde, pues, anunció sonriendo a
los Capitulares que quería contar un sueño y lo
contó de esta manera:
En el año de 1858 cuando estuve en Roma por
primera vez y luego en otras ocasiones, Pío IX me
mandó que contase o escribiese todo aquello que
tuviese, aunque sólo fuese una lejana apariencia
de sobrenatural; éste es el motivo de que cuente
algunas cosas y escriba otras y me satisface el
que se sepan, pues siempre redundan a mayor gloria
de Dios y bien de las almas.
Este sueño lo tuve cerca de la fiesta de la
Natividad de la Virgen 1; no lo conté entonces,
porque no le di importancia alguna y quería ver
antes algunos acontecimientos, pero después de
observar algunas cosas he comprobado que lo que
soñé tiene su importancia y por eso lo contaré.
Estábamos en el tiempo en que tanto se temía en
Francia la supresión de las Congregaciones
religiosas; aún más, habían sido ya expulsados los
jesuitas y parecía que los demás religiosos iban a
correr la misma suerte, y temiendo yo por nuestras
casas, rezaba y hacía rezar por esta intención.
Cuando he aquí que una noche, mientras dormía,
me vi delante de la Santísima Virgen, colocada en
alto, tal y como se encuentra María Auxiliadora
sobre la cúpula. Tenía un gran manto que se
extendía a su alrededor formando como un salón
inmenso, y debajo de él vi a todas nuestras casas
de Francia: la Virgen miraba con expresión
sonriente dichas casas, cuando he aquí que se
desencadenó un temporal tan horrible, o mejor, un
terremoto con rayos, granizos, monstruos horribles
de las más diversas formas, disparos, cañonazos
que llenaron a todos del mayor espanto.
((**It14.609**)) Todos
aquellos monstruos, rayos y proyectiles iban
dirigidos contra los nuestros, que se habían
cobijado bajo el manto de María; pero ninguno de
ellos sufrió
1 En efecto, bajo la impresión de este sueño el
21 de septiembre, presidiendo el Capítulo Superior
reunido en Sampierdarena y leyéndose las noticias
de Francia sobre la expulsión de los religiosos,
respondió a quien le preguntaba si los salesianos
serían expulsados:
-íNo, no, no!
(**Es14.518**))
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