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Escolanía y prestan servicio regular en mi
parroquia como cantores y como monaguillos en las
funciones públicas y privadas.
A éstos se les da la enseñanza primaria y a
algunos también el bachillerato.
La escuela se mantiene abierta por el que esto
escribe, el cual adjunta una copia del diploma,
que lo autoriza ante la ley.
En el bachillerato enseñan los reverendos N.
Bénard y Luis Cartier, etc.
En la escuela primaria enseñan los reverendos
Ricard y Lassepas.
El sacerdote Taulaígo lleva la dirección local.
Los reverendos Vincent y Cavagnac hacen de
vigilantes.
Todos los señores mencionados son de
nacionalidad francesa y trabajan gratuitamente.
Si hace falta alguna otra formalidad, me
ofrezco a cumplirla con gusto, a la menor
indicación de V. S.
Pongo este centro y estos pobres muchachos bajo
la benévola protección de V. S. y me profeso con
respeto, etc.
Pero desgraciadamente los peores enemigos se
escondían dentro de casa. Se distinguieron en su
aviesa actuación especialmente un clérigo francés
y otro individuo, también francés, que vivía en
casa y cuyo nombre no hemos logrado descubrir 1.
El clérigo fue el más rabioso. Procedía de otra
Congregación; fue aceptado en casa y tratado como
hermano y ejerció algún cargo; pero, bajo cuerda,
trabajaba con otros para daño del oratorio. Tomó
un ejemplar de las reglas, unió otros documentos,
entre los cuales una relación propia de cuanto
había visto en nuestras casas de Italia y de
Francia, y envió todo secretamente al Ministro de
Asuntos Eclesiásticos. Los nuestros, que hasta
entonces se habían presentado como simples
ciudadanos, aparecían allí como Congregación
religiosa penada por la ley. El Judas a quien don
Bosco en prueba de confianza y afecto había hecho
que fuera a Turín a la fiesta de María
Auxiliadora, continuó en su espionaje hasta que,
descubierto e invitado, con ((**It14.603**))
honroso pretexto, a dejar la sotana, se marchó.
Pero, nada más salir, comunicó a los periódicos
hechos calumniosos de crueldades cometidas por los
Salesianos con los alumnos, atribuyéndoles incluso
intentos para inocular en sus dependientes odio
contra Francia, llegando al extremo de citar ante
los tribunales al director, don José Bologna,
acusado de violar el secreto postal. Con mala
intención pintaba a los Salesianos como una
pandilla de extranjeros conjurados para maltratar
a los muchachos
1 ProcŠs verbaux, 21 octubre de 1880. <>.
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