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nos harán ningún mal, pero lo mueve a hablar así
su fe en la divina Providencia y no sería el caso
de dar a sus palabras una interpretación
profética>>.
Más tarde don Bosco manifestó alguna duda sobre
la oportunidad de reunir en Marsella cierto número
de sacerdotes para los ejercicios pero, desde
allá, insistían a más no poder para que no dejara
de ir, pues había asuntos pendientes de gran
importancia para la casa que reclamaban su
presencia. Sabían, sin embargo, que no se
encontraba muy bien de salud; en efecto, la
inflamación de los ojos, los accesos de fiebre,
las erupciones cutáneas eran serios impedimentos
para ponerse de viaje. A decir verdad, sin tenerse
en cuenta a sí mismo ni a sus molestias, habría
querido partir de todas formas; pero los médicos
se opusieron y entonces envió a don Miguel Rúa en
su lugar. Su fiel representante pasó allí la
última década de agosto, examinó de cerca las
condiciones locales y generales y dio cuenta de
todo al Beato durante el segundo Capítulo General,
que se abrió en Lanzo inmediatamente después. de
su regreso 1.
Entre septiembre y octubre fue el canonigo
Guiol a Roma, donde pudo oír de los augustos
labios de León XIII expresiones del más alto
aprecio a don Bosco, a quien calificó de hombre
extraordinario. En aquel viaje se encontró con don
((**It14.600**)) Bosco,
no sabemos dónde ni cuándo; podría haberlo visto
en Sampierdarena, adonde fue don Bosco para los
ejercicios espirituales a fines de septiembre.
Habría querido llevárselo con él a Francia, pero
comprendió que no era el momento oportuno. Hechos
recientes aconsejaban hacer todo lo posible para
pasar inadvertidos; estudiaron, pues, la manera de
salvar la casa de Marsella y se separaron
despidiéndose hasta volver a verse lo antes
posible 2.
Todo inducía a suponer que, después de la
expulsión de los Jesuitas, se ejecutase el segundo
decreto contra las Congregaciones religiosas no
reconocidas, pero no eran más que encubiertas
amenazas para obligarlas a pedir la autorización.
El Gobierno se encontraba muy molesto; por un
lado, le apremiaba la amenaza hecha de forma tan
solemne y, por otro, le preocupaba el resultado
desfavorable del primer experimento; también la
oposición legal era conducida vigorosamente por
los más renombrados jurisconsultos de Francia.
Además de esto, en unos pocos días hubo ciento
sesenta y siete magistrados que presentaron la
dimisión 3; esto honraba grandemente su carácter,
1 ProcŠs verbaux del 5 de agosto y del 2 de
septiembre.
2 L. C. Sesión del 21 de octubre.
3 Véase Unit… Cattolica. 18 de julio de 1880.
Otros ciento sesenta y cinco dimitieron durante la
segunda fase de las ejecuciones (ibidem, 13
noviembre).
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