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mucho por hacer en el interior. Hemos podido
juntar este grupito de documentos que demuestran
cómo se las ingeniaba el Siervo de Dios para
conseguir los medios necesarios. Son cartas en las
que se admira la franca sencillez de los Santos al
solicitar el caritativo concurso de las personas
pudientes para sus empresas. Al barón Ceriana, que
había colocado la piedra angular, le recordaba
bonitamente lo prometido a medias, en 1878 1. El
buen señor no se hizo el sordo.
Benemérito señor José Ceriana:
El año pasado me atrevía a invitar a V. S. a
hacer alguna obra especial, como recuerdo de la
familia del que había colocado la piedra angular.
Y V. S. me dio alguna esperanza de encargarse del
grandioso altar mayor, que es doble, y de la
balaustrada, que rodea el presbiterio. El gasto ha
quedado muy reducido, puesto que los maestros
marmolistas, para tener cada uno la gloria de
((**It14.560**)) estos
trabajos públicos, han bajado el importe de
catorce mil liras a ocho mil. Es decir cinco mil
los dos altares y tres mil la balaustrada.
Ahora, si su caridad estimara encargarse de uno
de los trabajos o de los dos, le quedaría
agradecidísimo y rogaría al Señor muy de corazón
que bendijera a V. S. y a toda su familia.
Los trabajos deberían adjudicarse ahora mismo,
pero su ejecución y el pago no sería hasta
primeros del año 1881.
Dios le bendiga y le conserve en buena salud y
créame con profunda gratitud.
De V. S. B.
Su seguro servidor
JUAN BOSCO, Pbro.
Don Bosco había preparado una lista impresa con
los trabajos que debían ejecutarse en el interior
de la iglesia con su correspondiente precio de
coste y este encabezamiento: <>. A determinadas personas enviaba él mismo la
hoja con una carta de su puño y letra. Así lo hizo
con el abogado Carlos Comaschi de Milán, cuya
veneración por el Siervo de Dios ya es conocida
por los lectores 3.
1 La carta no tiene fecha, pero seguramente
pertenece a 1880, por ser visible su referencia a
la lista de las obras, de que hablaremos ahora.
2 Véase: Apéndice, Doc. N.° 65.
3 Su casa estaba siempre abierta no sólo a don
Bosco, sino también a los Salesianos de paso por
Milán. Habitaba en la calle Cappuccio, 18. El
Beato le escribió en estos términos en 1882:
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