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Dicho esto, pasó a dar un breve informe de las
obras salesianas, debidas a la generosidad de los
Cooperadores y de las Cooperadoras; son cosas que
ya conocemos. Expuso luego lo que había que hacer
para ser verdadero Cooperador y verdadera
Cooperadora, y así gozar de las gracias especiales
concedidas a la pía Unión por la Santa Iglesia.
Ante todo advierto que, para ganar las
indulgencias concedidas por el Vicario de
Jesucristo, es necesario cumplir las obras
prescritas para su adquisición. Por consiguiente,
si la indulgencia va unida a una determinada
oración, ((**It14.544**)) a la
visita de una iglesia, o a la confesión y
comunión, es necesario realizar estas obras, y
esto vale lo mismo para los Cooperadores
salesianos que para los terciarios franciscanos.
Mas, para ganar tales indulgencias, no basta
cumplir las obras prescritas, sino que es preciso
también pertenecer a la Pía Unión de los
Cooperadores según el fin de la misma.
>>Y qué hay que hacer para pertenecer a ella?
Ante todo estar inscrito por el Superior de la
Congregación Salesiana o por persona por él
delegada, y no haber sido excluido posteriormente.
El ingreso se obtiene generalmente con el envío
del diploma unido al reglamento. Además de esto,
se deben hacer obras de caridad, según el espíritu
y el fin de la Pía Unión.
Pero alguien preguntará:
->>Es necesario hacer todas y cada una de las
obras de caridad anotadas en el reglamento?
-No, no es necesario; tampoco es necesario
hacer una o más en un tiempo determinado sino que
es necesario y suficiente hacer algunas, cuando se
presente la ocasión. He dicho que es necesario
hacer alguna. El fin de la Pía Unión es dar a la
Congregación Salesiana ayudantes, que se
comprometan sobre todo a cuidar especialmente de
la juventud. Por lo tanto, todos comprenden que
los Cooperadores y Cooperadoras deben industriarse
para realizar alguna obra de caridad que conduzca
a este noble fin; de lo contrario, quedaría
frustrada la piadosa intención de la Iglesia, que
abrió estos tesoros en su favor. En otros tiempos
podía bastar unirse en la oración; pero hoy día,
son tantos los medios de perversión, sobre todo en
perjuicio de la juventud de ambos sexos, que hay
que unirse en el campo de la acción y actuar. He
añadido, además, que, para ser buen Cooperador y
buena Cooperadora, basta practicar alguna obra de
caridad cuando se presenta la ocasión. El hacerlo
así no debe resultar difícil a un buen cristiano o
a una buena cristiana. íCuántas buenas ocasiones
se presentan! Puede darse un buen consejo a un
muchacho o a una muchacha para encaminarlos hacia
la virtud y apartarlos del vicio; se puede sugerir
a los padres un buen medio para que eduquen
cristianamente a sus hijos, los manden a la
iglesia o cuando tienen que ponerlos a estudiar o
a trabajar, elijan buenos colegios, maestros
virtuosos, honrados patronos; se puede influir
para tener buenos maestros y buenas maestras en
las escuelas; se puede ayudar dando catecismo en
la parroquia; se puede regalar, prestar, difundir
un buen libro, una revista católica o quitar del
medio una mala; se puede ayudar a hacer un
trabajo, proporcionar una prenda de vestir, buscar
una colocación, pagar una pensión para internar a
un jovencito o una chica pobre y desamparada; se
puede ahorrar un gasto, guardar una moneda para
dar una limosna, promover una obra que sirva para
gloria de Dios, honor de la Iglesia, provecho de
las almas; se puede, por lo menos, exhortar a
otros a hacerlo. Ocasiones para hacer el bien o
impedir el mal nunca faltan. No nos falte la buena
voluntad, no nos falte el coraje, no nos falte el
amor de Dios y del prójimo, y nosotros, sin casi
darnos cuenta, ((**It14.545**))(**Es14.465**))
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