((**Es14.46**)
El Siervo de Dios dedicó la segunda parte de la
sesión a su tema preferido, desarrollando estos
pensamientos sobre las vocaciones:
Ahora lo primero a tratar es la manera de
ayudar a las vocaciones. Con este fin,
prepararemos un tema para el nuevo Capítulo
General. ((**It14.44**)) Entre
nosotros tenemos, como base de las vocaciones, la
frecuencia de los santos sacramentos;
mantengámonos firmes en esta base santísima,
procurando que las confesiones y comuniones se
hagan bien. Pero esto todavía no basta. Puesto
este cimiento, se trata de levantar el edificio,
es decir, se necesita que los directores hablen
con frecuencia, durante el año, de vocaciones. Y
no es que haya que decir a los jóvenes: Haceos
sacerdotes o no os hagáis sacerdotes. Es preciso
instruirlos en este punto, diciéndoles que hay dos
caminos; unos deben salvarse siguiendo el primero,
y los otros siguiendo el segundo; hay que
recomendarles que pidan mucho al Señor que les
señale cuál de los dos deben elegir, en cuál de
los dos ha derramado El sus gracias, para poderlas
recoger; y que pidan consejo al confesor.
Medios importantísimos para despertar en los
muchachos o conservar la vocación al estado
eclesiástico y también el deseo de pertenecer a la
Congregación son:
1.° La caridad con que ellos se ven tratados.
2.° La caridad recíproca que observan en el
trato de unos Superiores con otros. Si ven que uno
no se trata muy bien con otro, que éste murmura de
aquél, que se critican las disposiciones, de este
o de aquel Superior, entonces ninguno se hará
salesiano.
3.° Otra cosa que aprovecha mucho es promover
el conocimiento del reglamento de las casas y las
deliberaciones del Capítulo General de Lanzo.
Tenga cada socio copia del reglamento de los
colegios, estúdielo de forma que, si se le
pregunta sobre su reglamento especial, tocante al
cargo que desempeña, pueda responder conforme a lo
que está impreso en el libro. Dado el caso de que
un Director no pudiese hacer otra cosa, pero
lograse que cada uno cumpliera bien el papel que
le es asignado, ya haría mucho. De ahí vendría el
orden y el orden impide muchos males, que hacen
perder la vocación.
Deseo, además, que se dé a todos los socios un
ejemplar de las deliberaciones del Capítulo
General, no sólo para que las conozcan, sino para
que así vean las cosas que se podrían añadir. Los
directores, prefectos y quienes desempeñan algún
cargo conviene que tengan un ejemplar, con hojas
en blanco interfoliadas, para anotar las
propuestas a tratar o cambiar, según lo que a
ellos les vaya enseñando la experiencia.
Se trata de perfeccionar nuestros reglamentos
cuanto se pueda y lo más rápidamente posible. Las
bases, que se establecen ahora con pleno
asentimiento de todos, serán duraderas; los
jóvenes, que se van formando ahora, se empaparán
fácilmente de nuestras ideas y tradiciones. Por el
contrario, pasada esta primera generación, no se
aceptarán ya los cambios, aunque sean necesarios,
o se aceptarán con gran dificultad.
Debemos llevar a término la obra. Es sabido lo que
sucede las más de las veces en otras Ordenes
religiosas, que necesitaron después reformas; hubo
escisiones y, a veces, verdaderos escándalos.
Los Capítulos Generales, que se reunirán dentro
de treinta y cincuenta años, cuando nosotros
estemos muertos, perderán mucha de su importancia.
Volvamos a las vocaciories. Otra cosa a
establecer para encaminarlas y en general para el
bien de nuestras casas, se refiere a los
confesores de los muchachos ((**It14.45**)) Es
necesario que los muchachos sean dirigidos por
confesores, que tengan todos el mismo (**Es14.46**))
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