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suspensión. Al que esto escribe le tocó la misma
suerte de suspensión. Al presente pesan sobre mí
dos cartas amenazadoras, una con fecha del 25 de
noviembre de 1877, y otra del 1.° de diciembre de
1877, en fuerza de las cuales estoy ipso facto
suspendido.
Si escribo, imprimo por mí o por medio de
otros, algo que afecte al Arzobispo de Turín, no
lo envío a nadie, quienquiera que sea, excepto al
Sumo Pontífice. A pesar de lo cual el señor
Arzobispo ha escrito lo que ha querido contra los
pobres Salesianos, aun a las Sagradas
Congregaciones de Roma, sin que se pueda contestar
en debida forma.
No obstante esto, hay más de trescientos
Salesianos que trabajan con celo en la Diócesis de
Turín, sin pedir nunca cargos ni honorarios de
ninguna clase. Y nadie hasta ahora ha podido decir
una palabra de reproche contra ellos.
Al señor Arzobispo de Turín, yo no le he pedido
más que, cuando haya algo me lo diga, pero no
escriba a la Santa Sede desfigurándolo. Pero todo
inútilmente.
De ahí nacen las graves dificultades que
encontramos en la Sagrada Congregación de Obispos
y Regulares para poner a la humilde Sociedad
Salesiana en una situación normal, como
precisamente se encuentran los demás Institutos
religiosos aprobados definitivamente por la Santa
Sede.
Con todo esto, no es mi intención en absoluto
adelantar reclamaciones; los tiempos son demasiado
difíciles; aumentaremos nuestra buena voluntad
para trabajar por la gloria de Dios y nada más.
Los Salesianos se unen a mí para agradecer a V.
E. la bondadosa protección que nos dispensa;
pedimos a Dios que le conserve en buena salud e
invocando su santa bendición, profundamente
agradecido tengo el alto honor de poderme profesar
en nombre de todos,
De V. S. Rvma.
Turín, 10 de julio de 1880
Su atto. y s. s.
JUAN BOSCO, Pbro.
((**It14.536**)) Don
Bosco incluyó en su carta otra de don Juan
Cagliero, que exponía el curso y el resultado
interrumpido de la gestión llevada a cabo por él
mismo 1, terminando con esta observación: <>.
Las sorpresas que proporcionó este asunto no
acabaron aquí. Ya no pensaba en él el Beato,
confiando en que las explicaciones dadas
1 Véase Ap. Doc. N.° 61.
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