((**Es14.430**)
Las bendiciones del cielo desciendan
abundantemente sobre usted y toda su familia, y
usted, querido señor Eugenio, rece también por mí,
que siempre seré suyo en J. C.,
Turín, 18 de mayo de 1880
Su seguro servidor,
JUAN BOSCO, Pbro.
Cada tarde de la novena daban la bendición con
el Santísimo Sacramento canónigos o párrocos de la
ciudad, y la víspera se reservó este honor a
monseñor Luis Anglesio, sucesor del Beato
Cottolengo. Para las funciones solemnes del gran
día, ya a tan corta distancia del 24, temíase
todavía que ningún obispo pudiera pontificar; pero
la Providencia dispuso que en vez de uno,
acudiesen tres sagrados Pastores que hicieron más
espléndida la querida solemnidad. Hacía tiempo que
don Bosco acariciaba la idea de llamar a predicar
el triduo y el día solemne al elocuente dominico
Lorenzo Pampirio; pero éste fue nombrado Obispo de
Alba y, precisamente en aquellos días, estaba
((**It14.503**)) a
punto de hacer la entrada en su diócesis y, por
ende, totalmente ocupado en este pensamiento; sin
embargo, como apreciaba mucho a don Bosco, buscó
la manera de contentarlo. Fue invitado a celebrar
la misa de comunión general monseñor Santiago
Corna-Pellegrini, Obispo titular de Samaria y
auxiliar de Brescia, venido a Turín por devoción
personal. Finalmente, para el pontifical de la
misa mayor, se tuvo la inesperada presencia de
monseñor Daniel Comboni, obispo titular de
Claudiópolis y Vicario Apostólico de Africa
Central. La majestad de la persona, la larga barba
que le llegaba al pecho, la voz sonora que llenaba
la iglesia y se oía desde la plaza, la profunda
piedad que se transparentaba en sus gestos y en su
acento, atraían la atención de la multitud y
despertaban la idea de un gran Apóstol.
En realidad, fue uno de los más grandes
misioneros. Salido del Instituto veronés de las
misiones, realizó desde 1859 viajes apostólicos
muy arriesgados a través de Nubia. Fue nombrado
provicario de Africa central en 1872 y Vicario
apostólico en 1877 y edificó iglesias, fundó
escuelas para los negros en El Cairo y en Jartum,
erigió estaciones misioneras en su Vicariato,
proponiéndose convertir a los negros por medio de
los negros, cuyo bárbaro tráfico combatió
enérgicamente. Volvía de vez en cuando a Italia en
busca de medios económicos para la regeneración de
Africa, yendo siempre a París y, a su paso por
Turín, visitaba a don Bosco. En 1864 se hospedó en
el Oratorio, entusiasmando a los muchachos con sus
narraciones sobre las misiones
(**Es14.430**))
<Anterior: 14. 429><Siguiente: 14. 431>