Regresar a Página Principal de Memorias Biográficas


((**Es14.425**) Católica de Turín, habló don Bosco en francés. Rogó al auditorio que no pusiera mientes en sus defectos de forma, pues hablaba una lengua que no era la suya, sino en los sentimientos por él manifestados; agradeció después a los peregrinos el honor que dispensaban al Oratorio con su visita, manifestó su sentimiento por no haberlos podido recibir, como habría deseado, en un palacio ricamente adornado. Habló luego de su hermoso ejemplo de fe y adhesión a la Cátedra de San Pedro y al Sumo Pontífice, arrastrando las incomodidades de un viaje tan largo, precisamente para obsequiar al Padre Santo en Roma; subrayó también el buen ejemplo que daban a los italianos pisoteando tan sinceramente el respeto humano. Mencionó las fundaciones francesas y les dio una somera idea del Cooperador Salesiano, invitando a todos los presentes a inscribirse en la Pía Unión. Y cuando estuviesen de regreso en su patria, que se acordasen de los Salesianos y del Oratorio y no olvidasen que allí tenían amigos, que rezaban por ellos y compartían sus sentimientos de religión y de fe 1. El padre Picard dio, con elocuencia, gracias a don Bosco, a los Salesianos y a la Sociedad de la Juventud Católica, ensalzando al Beato, a sus hijos y a los turineses. Por último tomó la palabra el gran católico que fue el ingeniero Buffa, secretario de la Juventud Católica, gran ((**It14.497**)) amigo de don Bosco y hombre digno como el que más de no ser olvidado jamás por los católicos italianos de la presente generación. Cuando éste terminó de hablar, los miembros de la Sociedad de la Juventud Católica repartieron como recuerdo a los peregrinos una fotografía de la iglesia de María Auxiliadora y un retrato de don Bosco. El padre Picard, a su vez, entregó a don Bosco un millar de medallas bendecidas por León XIII, para repartirlas entre los muchachos del Oratorio. Antes de partir los peregrinos, se agolparon alrededor del Beato para hablarle y recibir su bendición. Algunas señoras, que lograron intercambiar con él alguna palabra, lloraban de satisfacción. La invitación a hacerse Cooperadores no cayó en el vacío; en efecto, mientras los cantores y los músicos de la banda ejecutaban un concierto final, los peregrinos iban a porfía para inscribirse como tales. Más tarde, el Siervo de Dios examinó con comodidad la lista de los nombres y envió, a quien le pareció oportuno, el correspondiente diploma. Los marselleses, recordando los hechos que habían acaecido ante sus ojos no le dejaban en paz con sus cartas; por lo cual, él nunca 1 Una parte de las palabras textuales dichas por don Bosco se lee en el Bulletin Salésien de junio de 1880. Las reproducimos en el Apéndice, Doc. N.° 57. (**Es14.425**))
<Anterior: 14. 424><Siguiente: 14. 426>

Regresar a Página Principal de Memorias Biográficas


 

 

Copyright © 2005 dbosco.net                Web Master: Rafael Sánchez, Sitio Alojado en altaenweb.com