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Católica de Turín, habló don Bosco en francés.
Rogó al auditorio que no pusiera mientes en sus
defectos de forma, pues hablaba una lengua que no
era la suya, sino en los sentimientos por él
manifestados; agradeció después a los peregrinos
el honor que dispensaban al Oratorio con su
visita, manifestó su sentimiento por no haberlos
podido recibir, como habría deseado, en un palacio
ricamente adornado. Habló luego de su hermoso
ejemplo de fe y adhesión a la Cátedra de San Pedro
y al Sumo Pontífice, arrastrando las incomodidades
de un viaje tan largo, precisamente para obsequiar
al Padre Santo en Roma; subrayó también el buen
ejemplo que daban a los italianos pisoteando tan
sinceramente el respeto humano. Mencionó las
fundaciones francesas y les dio una somera idea
del Cooperador Salesiano, invitando a todos los
presentes a inscribirse en la Pía Unión. Y cuando
estuviesen de regreso en su patria, que se
acordasen de los Salesianos y del Oratorio y no
olvidasen que allí tenían amigos, que rezaban por
ellos y compartían sus sentimientos de religión y
de fe 1. El padre Picard dio, con elocuencia,
gracias a don Bosco, a los Salesianos y a la
Sociedad de la Juventud Católica, ensalzando al
Beato, a sus hijos y a los turineses. Por último
tomó la palabra el gran católico que fue el
ingeniero Buffa, secretario de la Juventud
Católica, gran ((**It14.497**)) amigo
de don Bosco y hombre digno como el que más de no
ser olvidado jamás por los católicos italianos de
la presente generación.
Cuando éste terminó de hablar, los miembros de
la Sociedad de la Juventud Católica repartieron
como recuerdo a los peregrinos una fotografía de
la iglesia de María Auxiliadora y un retrato de
don Bosco. El padre Picard, a su vez, entregó a
don Bosco un millar de medallas bendecidas por
León XIII, para repartirlas entre los muchachos
del Oratorio. Antes de partir los peregrinos, se
agolparon alrededor del Beato para hablarle y
recibir su bendición. Algunas señoras, que
lograron intercambiar con él alguna palabra,
lloraban de satisfacción.
La invitación a hacerse Cooperadores no cayó en
el vacío; en efecto, mientras los cantores y los
músicos de la banda ejecutaban un concierto final,
los peregrinos iban a porfía para inscribirse como
tales. Más tarde, el Siervo de Dios examinó con
comodidad la lista de los nombres y envió, a quien
le pareció oportuno, el correspondiente diploma.
Los marselleses, recordando los hechos que
habían acaecido ante sus ojos no le dejaban en paz
con sus cartas; por lo cual, él nunca
1 Una parte de las palabras textuales dichas
por don Bosco se lee en el Bulletin Salésien de
junio de 1880. Las reproducimos en el Apéndice,
Doc. N.° 57.
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