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después de la bendición, sacerdotes, señores y
señoras asediaron a don Bosco en la sacristía,
todos con ansias de decirle una palabra, besarle
la mano, encomendarse a sus oraciones, recibir su
bendición y una medalla de sus manos; y ninguno se
marchó hasta conseguir su propósito. La colecta
fue aproximadamente de quinientas cincuenta a
seiscientas liras. El Arzobispo no pudo asistir
por ser la víspera de la Ascensión de N. S. J. C.
y lo mismo les pasó a varios cooperadores
sacerdotes. Pero el Arzobispo envió a todos los
reunidos su bendición episcopal. Don Bosco
advirtió, antes de bajar del púlpito, que en el
patio interior de las Escuelas habría algún
entretenimiento para los que deseasen quedarse.
Todos los invitados se quedaron a oír ((**It14.493**)) la
banda, que cumplió muy bien su papel, ejecutando
con mucha perfección varias piezas de autores
célebres y clásicos. Don Bosco no quedó libre
hasta la hora de la cena.
>>El día siguiente, jueves 6 de mayo, fiesta de
la Ascensión de N. S.
J. C., lo pasamos en Sampierdarena. 7 de mayo, a
las siete y cuarto, nos encaminamos a la estación,
acompañados por don Francisco Cerruti y don Juan
Bautista Francesia, y llegamos al Oratorio a eso
de las doce y media; los alumnos en formación,
junto con los sacerdotes y clérigos recibieron a
don Bosco a los acordes de la banda. Cantaron un
himno durante la comida. Toda la casa se llenó de
júbilo con su llegada, después de una ausencia del
Oratorio de casi cuatro meses>>.
Antes de salir de Sampierdarena, hubiera
querido consolar con su presencia a los hijos de
Varazze; anhelaban también su ida a Savona las
monjas de la Misericordia, ansiando que bendijese
a su Superiora gravemente enferma. Pero tuvo que
renunciar a lo uno y a lo otro, escribiendo al
nuevo director, don José Monateri, en estos
términos:
Mi querido Monateri:
Es muy urgente mi ida a Turín. Así que no puedo
desviarme hasta Varazze y Savona.
Te espero en Turín para la fecha que puedas
venir.
Mientras tanto, asegura a las Monjas de la
Misericordia que no dejaré de rezar por ellas y
por su Superiora. Tan pronto como llegue a Turín,
haré oraciones especiales ante el altar de M. A.
para que Dios conserve todavía en vida la preciosa
columna, o mejor, el cimiento de ese maravilloso
instituto.
Dios te bendiga, mi querido Monateri: saluda
cordialmente a todos nuestros hermanos y alumnos y
rogad por mí, que siempre seré en J. C. vuestro,
Sampierdarena, 7 de mayo de 1880
Afmo. amigo
JUAN BOSCO, Pbro
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