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Cuando pudo suponer que la viuda del señor
Fortis había dado tregua a su dolor, la escribió
directamente ((**It14.473**)) como
ya había escrito al hijo 1. Como había recibido
muchas veces las pruebas de su caridad, unió a las
palabras de aliento el ruego de ayudarle en sus
apuros. Suele decirse que el tiempo y el trabajo
mitigan los grandes dolores; mas, para quien tiene
fe, las obras de misericordia los santifican.
Muy apreciada señora Josefina Fortis:
A su tiempo recibí su carta con la dolorosa
noticia de la muerte de su marido q. e. p. d. Me
afectó muchísimo. En Turín se hicieron y se hacen
oraciones especiales por el eterno descanso de su
alma, con la plena confianza de que ya habrá sido
recibido en el seno de la divina misericordia en
el Paraíso.
Vengo ahora mismo de la audiencia con el Padre
Santo, al que me apresuré a pedir una bendición
especial para usted y para los queridos Alfonso y
Ricardo, para que tengan salud y la gracia de una
buena vida y una buena muerte. El Padre Santo
condescendió con gusto a ello.
Ahora paso a hablar de nuestras cosas de Turín.
Me escribe don Miguel Rúa que se encuentra en una
crítica situación económica, especialmente para
sostener nuestras misiones de América y dar de
comer a nuestros pobres muchachos. Me encomiendo a
su caridad, si pudiese acudir en nuestro socorro.
Tenemos muchas obras entre manos y el aumento de
precio de los comestibles este año nos hace sentir
la escasez.
Espero estar en Turín a fines de mes, y, tal
vez, visitar a usted, señora Josefina, con sus
hijos, mis queridos amigos.
Le envío una prodigiosa estampita de la
Santísima Virgen, para que lleve la fortuna a toda
su familia.
Ruegue por mí, que seré siempre para usted en
N. S. J. C.
Roma, 16 de abril de 1880.
Su atto. y s. s.
JUAN BOSCO, Pbro.
Puesto que la audiencia pontificia había sido
el día 5 de aquel mes, el <>
hay que entenderlo en sentido lato, y fue escrito
así para que la cosa guardara el carácter de
actualidad.
Hay una quinta carta bellísima, dirigida a un
antiguo alumno del Oratorio, que llegó a ser
después un distinguido sacerdote Salesiano,
de la fe, para poder combatir contra las insidias
del demonio. Pero el mismo Señor Jesús se ha hecho
para nosotros obediente hasta la muerte, para que
también nosotros, con la práctica de la obediencia
y de la mortificación, podamos entrar con él y por
sus méritos en la gloria de nuestro Padre, que
está en los cielos. Luchad, pues, virilmente para
ser felizmente coronados. Haced una santa comunión
según mi intención y yo en el sacrificio de la
misa me acordaré cada día de vosotros. La gracia
de N. S. J. C. esté siempre con vosotros. Te
saludo y saluda>>.
1 Véase, más atrás, la pág. 383.
(**Es14.406**))
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