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((**Es14.406**) Cuando pudo suponer que la viuda del señor Fortis había dado tregua a su dolor, la escribió directamente ((**It14.473**)) como ya había escrito al hijo 1. Como había recibido muchas veces las pruebas de su caridad, unió a las palabras de aliento el ruego de ayudarle en sus apuros. Suele decirse que el tiempo y el trabajo mitigan los grandes dolores; mas, para quien tiene fe, las obras de misericordia los santifican. Muy apreciada señora Josefina Fortis: A su tiempo recibí su carta con la dolorosa noticia de la muerte de su marido q. e. p. d. Me afectó muchísimo. En Turín se hicieron y se hacen oraciones especiales por el eterno descanso de su alma, con la plena confianza de que ya habrá sido recibido en el seno de la divina misericordia en el Paraíso. Vengo ahora mismo de la audiencia con el Padre Santo, al que me apresuré a pedir una bendición especial para usted y para los queridos Alfonso y Ricardo, para que tengan salud y la gracia de una buena vida y una buena muerte. El Padre Santo condescendió con gusto a ello. Ahora paso a hablar de nuestras cosas de Turín. Me escribe don Miguel Rúa que se encuentra en una crítica situación económica, especialmente para sostener nuestras misiones de América y dar de comer a nuestros pobres muchachos. Me encomiendo a su caridad, si pudiese acudir en nuestro socorro. Tenemos muchas obras entre manos y el aumento de precio de los comestibles este año nos hace sentir la escasez. Espero estar en Turín a fines de mes, y, tal vez, visitar a usted, señora Josefina, con sus hijos, mis queridos amigos. Le envío una prodigiosa estampita de la Santísima Virgen, para que lleve la fortuna a toda su familia. Ruegue por mí, que seré siempre para usted en N. S. J. C. Roma, 16 de abril de 1880. Su atto. y s. s. JUAN BOSCO, Pbro. Puesto que la audiencia pontificia había sido el día 5 de aquel mes, el <> hay que entenderlo en sentido lato, y fue escrito así para que la cosa guardara el carácter de actualidad. Hay una quinta carta bellísima, dirigida a un antiguo alumno del Oratorio, que llegó a ser después un distinguido sacerdote Salesiano, de la fe, para poder combatir contra las insidias del demonio. Pero el mismo Señor Jesús se ha hecho para nosotros obediente hasta la muerte, para que también nosotros, con la práctica de la obediencia y de la mortificación, podamos entrar con él y por sus méritos en la gloria de nuestro Padre, que está en los cielos. Luchad, pues, virilmente para ser felizmente coronados. Haced una santa comunión según mi intención y yo en el sacrificio de la misa me acordaré cada día de vosotros. La gracia de N. S. J. C. esté siempre con vosotros. Te saludo y saluda>>. 1 Véase, más atrás, la pág. 383. (**Es14.406**))
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