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la normal administración 1. En las conferencias de
Alassio, al informar don Bosco al Capítulo
Superior sobre este tema dijo:
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Con esta y parecidas maneras de expresarse,
cerraba don Bosco preventivamente la boca a
cualquiera que, con el andar del tiempo, oyendo
hablar de sus sueños, estuviera tentado de creerle
un visionario, es decir, como uno que se dejaba
arrastrar por las ilusiones de la fantasía. Sin
duda que él no había olvidado el halagüeño sueño
de 1877, en Lanzo; >>cómo podía pues, afirmar que,
si hubiese sabido antes lo que supo después, no
habría aceptado? Una vez más, como veremos aquí,
el Siervo de Dios, a pesar de los sueños, no se
creía dispensado en modo alguno en las cosas a
emprender, de actuar conforme a los dictados de
una iluminada prudencia. Pero, después, siempre
era la Providencia la que guiaba los
acontecimientos.
No hemos podido registrar ninguna otra noticia,
acerca del primer paso de don Bosco por aquellas
tierras, donde hasta el día de hoy resuena
bendecido su nombre. El día 2 de febrero lo
encontramos de nuevo en Niza 2, ya de vuelta hacia
Italia. De nuevo la bondad del Señor quiso
glorificar aquí a su Siervo con un hecho
prodigioso, que contaremos, calcando nuestro
relato sobre una memoria autógrafa de la persona
interesada 3 y un amplio certificado del médico de
cabecera.
La condesa de Villeneuve, atacada en 1876 de
peritonitis aguda, había llegado al borde de la
tumba. La grave enfermedad ((**It14.36**)) fue
vencida, pero dejó muy marcadas las huellas de su
paso. Fiebres intermitentes, que ya la atacaban
tiempo atrás, se mantuvieron rebeldes a todos los
remedios y con ataques de tal intensidad, que, a
veces, parecían amenazar su existencia. En 1878
las fuerzas iban agotándosele de día a día, y ya
no se creía posible la curación. Pues bien,
ocurrió que en noviembre de aquel año un amigo le
habló de don Bosco y de las gracias que él obtenía
por la intercesión de María Auxiliadora. Esta
conversación encendió en ella un deseo vivísimo de
ver al Siervo de Dios para solicitar la ayuda de
sus oraciones. Su médico, el doctor
1 Carta redactada y escrita por don Miguel Rúa
y firmada por don Bosco, al canónigo Guiol:
Sampierdarena, 15 de febrero de 1879.
2 Véase Apéndice, doc. núm. 3, E.
3 Carta de la condesa de Villeneuve al conde
Cays, Niza, 6 de junio de 1879.(**Es14.39**))
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