((**Es14.389**)como
prefecto al clérigo Brogly, que también es
francés. En cuanto a la enseñanza, figuren
únicamente las escuelas de la Escolanía, que están
abiertas a nombre de V. S., que posee los títulos
pedidos por la ley. Esto como medida preventiva,
porque: Jacula praevisa, minus ferient (Los dardos
previstos hieren menos).
Cuando se ofrezca la ocasión, asegure a los
miembros de nuestras juntas que les doy las
gracias de todo corazón y que no dejaré de
encomendarlos diariamente al Señor en la santa
misa. El Señor le conserve en buena salud y ruegue
por mí, que, con sincero afecto, seré siempre en
J. C.
Roma, Torre de'Specchi, número 36, 2.° p.
26 de marzo de 1880.
Su afmo. amigo
JUAN BOSCO, Pbro.
P. D. Me he servido del Secretario porque es de
noche y ya tengo alguna dificultad para escribir.
Como nada hacía suponer muy próxima la
audiencia pontificia, don Bosco salió el lunes
después de Pascua hacia Nápoles. A buen seguro no
hizo aquel viaje por recreo o por el deseo
((**It14.453**)) de
admirar los encantos de la tierra y del mar
partenopeo. En cierta ocasión, como se lee en el
proceso apostólico, don Julio Barberis le
acompañaba por Marsella y quiso distraerle
llevándolo a visitar algún monumento religioso;
pero él contestó:
-Estamos aquí para otro fin mucho más
importante.
Don Bosco no perdía el tiempo, ni gastaba el
dinero en paseos de curiosidad, que se hacen pasar
a veces por viajes de instrucción. Parece; pues,
que fue a Nápoles para tratar de la fundación de
una obra.
En efecto, el Osservatore Romano del 9 de abril
publicaba un artículo ciertamente autorizado y tal
vez también comunicado por la Procura, en el que
se decía que don Bosco había ido a Nápoles <>; y
el secretario escribía en carta del 8 de abril a
don Miguel Rúa: <>. Estos
datos nos autorizan a creer que la persona
visitada fue la marquesa Gargallo y la fundación
proyectada se refiere a Siracusa, como diremos en
el decimoquinto volumen.
Sobre los detalles del viaje, tiene la crónica
esta nota más larga de lo acostumbrado: <<29 de
marzo. Don Bosco y yo, en el tren de las ocho y
media de la mañana, salimos para Nápoles, adonde
llegamos a las cuatro menos veinte de la tarde;
tomamos un coche y fuimos directamente a
hospedarnos en casa del muy Rvdo. don Fortunato
(**Es14.389**))
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