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intereses de su Instituto contra imputaciones o
actos perjudiciales, daba pie fácilmente a juicios
erróneos sobre la naturaleza de sus actuaciones.
Para conocer bien lo espinosa que por este lado
era la situación de don Bosco y comprender mejor
las tribulaciones que, por el mismo motivo, tendrá
que soportar más adelante, nada mejor que el
diálogo habido en la primera entrevista del
Procurador general con Su Eminencia y referido por
él en una carta a don Miguel Rúa 1. Nosotros
expondremos lo sucedido según la narración que el
mismo Procurador hizo a Lemoyne. ((**It14.449**)) Para
no escandalizarse, será útil conocer también la
índole del hombre. Soderini nos lo describe así 2:
<>.
La primera vez que don Francisco Dalmazzo se
presentó, se le dijo que el Cardenal no estaba en
casa; pero él volvió por segunda y tercera vez y,
habiendo recibido siempre la misma respuesta de
que Su Eminencia no podía recibirlo, rogó al
Secretario dijera a Su Eminencia que, como le
urgía verlo, se dignara señalarle día y hora para
la audiencia, dentro del espacio de un mes. Se le
fijó el sábado siguiente, a las nueve.
Don Francisco Dalmazzo se presentó
puntualmente. Después de esperar un rato, porque
aquella mañana se levantaba entonces de la cama el
Cardenal, fue introducido. Su Eminencia estaba en
su estudio, vestido de simple sacerdote; su mirada
casi infundió temor a don Francisco Dalmazzo, que
también tenía personalidad y presencia imponentes
y no era un pusilánime.
->>Qué queréis de mí?, le preguntó con tono
brusco.
-Vengo de Turín, contestóle don Francisco
Dalmazzo, enviado por don Bosco para saludar a Su
Eminencia y rogarle tenga la bondad de
notificarnos las observaciones que se hacen sobre
la Pía Sociedad y qué cosas se deben corregir en
ella. Don Bosco no desea más que estar en todo y
por todo sometido al parecer de sus Superiores.
-íDon Bosco! Don Bosco es un mentiroso, exclamó
el Cardenal. Don Bosco es un impostor. íDon Bosco
es un prepotente que quiere imponerse a la Sagrada
Congregación!
-Perdone, Eminencia, don Bosco no ha pretendido
jamás imponerse a la Sagrada Congregación. Si se
ve obligado a recurrir con frecuencia es porque el
Arzobispo de Turín le obliga a dar estos pasos.
((**It14.450**))
-También ése es una buena pieza, para darnos
molestias
1 Véase, pág. 339.
2 EDUARDO SODERINI, El Pontificado de León
XIII, vol. I, pág. 225. Mondadori, Milán, 1932.
(**Es14.386**))
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