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al cardenal Nina, Secretario de Estado y protector
de la Congregación, el cual le dijo haberse
enterado de que en Marsella había hecho buenos
negocios. Probablemente no se refería el Cardenal
a negocios materiales, pero don Bosco, tomando la
frase tal como sonaba, le contestó:
-Sí, Eminencia, y los he hecho también para el
Padre Santo.
Efectivamente traía una cuantiosa cantidad que
le habían entregado unos señores franceses para el
óbolo de San Pedro.
El diario de don Joaquín Berto, del 14 al 22,
nos proporciona estas escuetas noticias: <((**It14.441**))
Cooperadores Salesianos de Roma. 17: Miércoles:
vamos a visitar a monseñor Jacobini, para hablarle
de nuestras misiones; después, a la Bendición en
el convento de las Estigmatizadas, donde don
Francisco Dalmazzo predicaba los ejercicios
espirituales. Luego, a casa. 18: Visita a monseñor
Boccali, donde encontramos a monseñor Pablo
Fortini, Director de la Fiáccola de Roma. Después,
al despacho de monseñor Sallúa, para hablar sobre
Marchet, sacerdote, ex párroco, que se había hecho
viejo católico 1. Después, al cardenal Oreglia y,
finalmente, al cardenal Bartolini. 19: Fiesta de
san José. Don Bosco come en casa de los señores
marqueses Vitelleschi. Sábado, 20: Vamos al
palacio de la princesa Odescalchi; por la tarde, a
visitar al cardenal Consolini. 21, marzo: Por la
tarde, don Bosco y don Francisco Dalmazzo visitan
al diputado Sanguinetti; al caballero Moreno y
Vignola para gestionar la compra de una casa.
Lunes, 22: Don Bosco y don Francisco Dalmazzo van
a visitar a la princesa Odescalchi. Por la tarde,
don Bosco visita al cardenal Consolini>>.
En los primeros días de Roma arregló don Bosco
un asunto, pendiente hacía meses y en el que las
cosas no son claras. El primer polaco que entró en
Congregación, un tal Mateo Grochowski, que vivió
cuatro años en el Oratorio y fue ordenado
sacerdote, obtuvo, al parecer, hacia el otoño de
1879, permiso para ir a su tierra a recoger dinero
para la iglesia de San Juan Evangelista; pero,
desde que salió, no dio ni una noticia de su vida.
Don Juan Cagliero, a quien como Catequista
competían semejantes gestiones, escribió para
obtener informes
1 Véase más atrás pág. 328. Monseñor Sallúa era
asesor del Santo Oficio.
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