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todo, con aquéllos, con cuya aportación personal y
económica, y con sus oraciones han contribuido a
empezar este sagrado edificio. Antes de que éste
llegue a su término, tendremos todavía que hacer
no ligeros sacrificios, pero vuestra caridad no
menguará ni nos faltarán la protección de la gran
Madre de Dios y los auxilios del cielo. En la vida
y después en la muerte, tendréis la gratitud y las
oraciones de los hombres. Los venideros alabarán
vuestra fe y vuestro celo por la gloria de Dios y
por la salvación de las almas, y Dios compasivo os
asegura larga merced en la tierra, seguida de la
gloria inmortal, que os tiene reservada en el
cielo, haciendo así realidad sus palabras: No
apartaré de él mi amor; a quien construirá una
casa para mi nombre yo consolidaré el trono de su
realeza para siempre>> 1.
Después de la colocación de la piedra, el
Obispo habló a los fieles, presentando la nueva
iglesia como un baluarte para la defensa y
custodia de la fe.
Parece que don Bosco hizo una segunda parada en
Alassio, de donde pasó a Sampierdarena 2. Allí
llamó a don Miguel Rúa, con el que tenía muchas
cosas que tratar. <>. Durante esta
estancia ((**It14.440**)) en
Sampierdarena, el Beato tuvo uno de aquellos
gestos que tanto edifican y que manifiestan su
genuino espíritu. Una mañana, al salir de su
habitación a eso de las ocho, para ir a la
iglesia, se encontró con un empleado que barría
los pórticos y notó que, por su escasa aptitud o
por su poca diligencia, no dejaba muy limpio el
suelo.
->>Quieres ver cómo se hace para barrer bien?,
le dijo.
Y quitándole de las manos la escoba, barrió con
toda calma casi un tercio del pórtico, mientras el
barrendero miraba boquiabierto.
->>Has visto cómo se hace?, añadió,
devolviéndole su instrumento de trabajo.
Y después de saludarlo amablemente entró en la
iglesia.
A eso de la medianoche del día 11 de marzo,
tomó el tren para Roma junto con el secretario don
Joaquín Berto, a quien había mandado venir
expresamente de Turín. Avisó su llegada
telegráficamente don Miguel Rúa, y salió a
recibirlos don Francisco Dalmazzo, que los llevó a
Tor de'Specchi. Don Bosco visitó, aquella misma
tarde, al cardenal vicario Mónaco La Valletta; a
la mañana siguiente fue a ver
1 2 Sm 7, 15 y 13.
2 Carta de don Juan Cagliero a don Miguel Rúa,
Marsella, 12 de febrero de 1880: <>.
3 Carta al Conde Cays, Gavi, 15 de marzo de
1880.
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