((**Es14.367**)
mano, sin que ellos sepan adónde los guía. San
Francisco de Sales, tomado por don Bosco como
patrono de su instituto, llevó a cabo de esta
manera obras inmortales, cuyo influjo y alcance él
no preveía. Terminó Monseñor manifestando su
benevolencia para el oratorio de San León.
Después de la bendición episcopal, don Bosco
fue a la puerta, donde, según la costumbre,
sostuvo la bandeja, en la que todos solícitamente
depositaban su limosna. Muchos se inclinaban para
besar la mano al Beato. El señor Emilio Sumien,
periodista del diario citado, comentaba:
<((**It14.427**)) una
mirada especial a. personas del pueblo, que no
podían depositar más que unas moneditas de escaso
valor; los hombres como él saben cuánto vale el
óbolo del pobre>>.
Numerosas personas quedáronse todavía allí para
hablar con don Bosco, para obtener la bendición,
para pedirle un consejo o una oración, para
confiarle una pena. El procuraba contentar a
todos, sin dar el menor indicio de aburrimiento o
de cansancio, hasta que los responsables de su
salud le obligaron a tomarse un poco de descanso.
A pesar de todo la casa no quedó vacía: <> 1.
El entusiasmo despertado a su paso podía
desaparecer muy pronto, como humo de paja. Para
que esto no sucediera, el Beato organizó en
Marsella, y pensaba hacerlo también en Niza, dos
comisiones, una de caballeros y otra de señoras,
que, concertaran con continuidad y de común
acuerdo, los medios prácticos para mantener
despierta la atención
1 El Osservatore Cattolico, de Milán, publicó
traducidos y algo modificados, en los números del
17 y 19 de marzo, los dos artículos de la Gazette
du Midi. También el Citoyen de Marsella habló más
brevemente de estos hechos en el número del 21 de
febrero; el artículo fue reproducido por el
Bulletin Salésien de marzo y traducido por el
Bollettino italiano del mismo mes.
(**Es14.367**))
<Anterior: 14. 366><Siguiente: 14. 368>