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qué viene esa mala agua?, dijo don Bosco. Le
vendrá mucho mejor un trago de vino. Si quiere
agua, déle de la otra cristalina.
Y señalando la botella del agua corriente, le
servía vino.
-Bendiga al menos esta agua, replicó la madre.
El Beato condescendió, pero hizo ademán de que
retiraran la otra.
La enferma estaba tan perfectamente curada que,
al día siguiente, fue con la madre a devolverle la
visita.
Es muy notable el caso del señor Bonnet,
marsellés. Había ido éste a tomar las aguas de
Allevard, en el distrito de Grenoble, por razón
del estómago y le pareció tan feliz el resultado
que, antes de partir, quiso ver al doctor Emilio
Chatain para agradecerle sus cuidados. Pero, en el
mismo momento de despedirse, sintió un fuerte
dolor en el hueso sacro y se lo dijo al médico,
quien, al examinarlo, le descubrió una
tuberculosis local; por lo cual le metió prisas
para que volviera inmediatamente a Marsella y se
operase.
El señor Bonnet obedeció inmediatamente.
Consultó en Marsella a especialistas, se sometió a
intervenciones quirúrgicas, lo martirizaron
durante seis o siete meses, pero sin resultado
positivo alguno.Estaba sumido en el mayor
desaliento, cuando le llegaron noticias de don
Bosco y de su estancia en la ciudad. Ya no quiso
saber más; sin pérdida de tiempo, se arrastró
hasta él, persuadido de que lo curaría. El Beato
lo recibió bondadosamente, lo bendijo y lo animó,
diciéndole que estuviese tranquilo, porque
recobraría la salud y tendría un gran porvenir en
su carrera. Estas palabras le devolvieron, por así
decir, la vida; pero lo maravilloso fue que,
cuando llegó a su casa, una evacuación repentina
de materias purulentas le arrancó la raíz del mal.
El doctor Chatain, ferviente cristiano, al
contar el hecho, añadía que se había cumplido no
sólo la primera parte de la predicción, sino
también la segunda; pues Bonnet llegó a ocupar un
alto cargo y fue padre feliz de dos hijos guapos y
sanos como dos angelitos.
((**It14.414**)) No es
menos interesante la narración que hace un
sacerdote genovés en una carta a Lemoyne, amigo
suyo 1. Presentóse a don Bosco en Marsella una
señora que se quejaba amargamente de que su marido
se obstinaba en hacerse el descreído y de que
tenía un hijo de cinco años que era mudo. El Beato
la consoló, prometiéndole que
1 Don Carlos Moro, capellán de las religiosas
de la Anunciación en Castelletto (carta, Génova, 5
de enero de 1903). Al tiempo del suceso vivía en
Niza, pero tuvo conocimiento del mismo poco
después por persona digna de fe.
(**Es14.356**))
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