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en San León una nueva construcción y, como
faltaran los medios, fue personalmente con el
Director a hacer un triduo de oraciones ante la
tumba del Beato para poder encontrar por su
intercesión las ayudas necesarias y fue escuchado
1.
Como se acercaba la fiesta de san Francisco de
Sales, don Bosco deseaba convocar a los
Cooperadores marselleses, pero hubo de renunciar,
ya que, por aquellos días, estaba la ciudad
infestada de enfermedades y muertes y no era
posible tener reuniones. Sin embargo, el día 29 se
hizo algo de fiesta y también una pequeña
representación teatral, lo cual dio ocasión a un
hecho singular. El muchacho protagonista, debido a
un fuerte resfriado, había perdido completamente
la voz. El director, contrariado por el incidente,
fue a don Bosco y le expuso su apuro por el triste
papel que le tocaba hacer, al tener que despedir a
los invitados. Don Bosco, después de reflexionar
un instante, dijo que le llevaran al pequeño
actor. Entró y se arrodilló para recibir la
bendición; pero el Beato, antes de bendecirlo, le
dijo con donaire:
-Esto corre de mi cuenta. Yo te prestaré mi voz
y podrás hacer perfectamente tu papel.
En efecto, el muchacho recobró su voz
ordinaria, mientras don Bosco se quedó afónico en
aquel mismo instante. La representación resultó
estupendamente; pero, pasada la necesidad, también
le pasó a don Bosco la afonía.
((**It14.409**)) Ningún
periódico de la ciudad había hablado todavía de
él;
sin embargo, la procesión de visitantes duraba de
la mañana a la tarde. Decir que las audiencias no
le dejaban respirar no es exageración alguna; en
efecto, a los diez días de su llegada aún no había
tenido oportunidad ni para visitar la casa y las
obras que se estaban haciendo en ella. A pesar de
todo, no olvidaba a los lejanos. El 22 de enero
escribió a don Miguel Rúa:
Mi querido Rúa:
He recibido tu carta y las noticias que me das.
Sea bendito el Señor en todo. Dirás a la señora
Legrand que le he enviado en seguida la bendición
de María Auxiliadora con especiales oraciones para
ella. No dejaré de rezar por la difunta señorita
Occelletti y por la buena Paulina, que sigue
ayudándonos.
Siento la muerte del jovencito Della Torre.
Pero doy gracias al Señor por haberse preparado a
bien morir; encomendaré su alma a Dios.
Temo que el otro no se prepare bien. Me parece
muy bien que des un aviso
1 De este hecho se habla varias veces en los
Procesos. El Cardenal Cagliero lo atestiguó con
nuevos detalles en el Proceso informativo
(Summarium, N. XVI, & 62, pág. 744). (Sucedió en
Niza, y no en Marsella, según corrección al final
del Volumen XV).
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