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((**Es14.352**) en San León una nueva construcción y, como faltaran los medios, fue personalmente con el Director a hacer un triduo de oraciones ante la tumba del Beato para poder encontrar por su intercesión las ayudas necesarias y fue escuchado 1. Como se acercaba la fiesta de san Francisco de Sales, don Bosco deseaba convocar a los Cooperadores marselleses, pero hubo de renunciar, ya que, por aquellos días, estaba la ciudad infestada de enfermedades y muertes y no era posible tener reuniones. Sin embargo, el día 29 se hizo algo de fiesta y también una pequeña representación teatral, lo cual dio ocasión a un hecho singular. El muchacho protagonista, debido a un fuerte resfriado, había perdido completamente la voz. El director, contrariado por el incidente, fue a don Bosco y le expuso su apuro por el triste papel que le tocaba hacer, al tener que despedir a los invitados. Don Bosco, después de reflexionar un instante, dijo que le llevaran al pequeño actor. Entró y se arrodilló para recibir la bendición; pero el Beato, antes de bendecirlo, le dijo con donaire: -Esto corre de mi cuenta. Yo te prestaré mi voz y podrás hacer perfectamente tu papel. En efecto, el muchacho recobró su voz ordinaria, mientras don Bosco se quedó afónico en aquel mismo instante. La representación resultó estupendamente; pero, pasada la necesidad, también le pasó a don Bosco la afonía. ((**It14.409**)) Ningún periódico de la ciudad había hablado todavía de él; sin embargo, la procesión de visitantes duraba de la mañana a la tarde. Decir que las audiencias no le dejaban respirar no es exageración alguna; en efecto, a los diez días de su llegada aún no había tenido oportunidad ni para visitar la casa y las obras que se estaban haciendo en ella. A pesar de todo, no olvidaba a los lejanos. El 22 de enero escribió a don Miguel Rúa: Mi querido Rúa: He recibido tu carta y las noticias que me das. Sea bendito el Señor en todo. Dirás a la señora Legrand que le he enviado en seguida la bendición de María Auxiliadora con especiales oraciones para ella. No dejaré de rezar por la difunta señorita Occelletti y por la buena Paulina, que sigue ayudándonos. Siento la muerte del jovencito Della Torre. Pero doy gracias al Señor por haberse preparado a bien morir; encomendaré su alma a Dios. Temo que el otro no se prepare bien. Me parece muy bien que des un aviso 1 De este hecho se habla varias veces en los Procesos. El Cardenal Cagliero lo atestiguó con nuevos detalles en el Proceso informativo (Summarium, N. XVI, & 62, pág. 744). (Sucedió en Niza, y no en Marsella, según corrección al final del Volumen XV). (**Es14.352**))
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