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de las doce. Al día siguiente, aunque en la ciudad
no se había dado como cierto que llegaría aquel
día, hubo en el Oratorio tal afluencia de
visitantes que le fue preciso estarse encerrado en
la habitación hasta mediodía, recibiendo visitas.
Bajó para comer y sólo entonces pudo ver a los
muchachos en su refectorio, y entretenerse con el
personal durante la comida. Después de los
postres, aumentóse la alegría general con unas
alegres piezas de la banda.
No eran más que dieciocho los músicos; pero don
Bosco se alegró, al darse cuenta en seguida de los
progresos que había hecho la banda desde su última
visita.
Apenas salió del comedor, ya le estaba
esperando la carroza del conde Celebrini para
llevarlo a bendecir a la condesa, enferma hacía
seis meses. Acompañado por el Director, siguió
haciendo visitas. Fue, ante todo, a saludar al
Obispo. Al caer de la tarde, mientras subían la
cuesta de Carabacel, para ir a casa del conde de
Villeneuve, se encontraron con don Juan Cagliero,
que acababa de llegar de la estación. También él
había hecho el viaje con don Bosco, pero se había
quedado un día más en Vallecrosia con don Nicolás
Cibrario.
Inmediatamente se desarrolló una escena cómica
que, en verdad, no sería para referida en nuestra
historia; pero sirve, sin embargo, para dar idea
de la familiaridad, que solía reinar entre don
Bosco y sus hijos. Dada la hora que era había
escasa luz; pero don José Ronchail reconoció al
punto a don Juan Cagliero en aquel cura que se
acercaba y le saludó diciendo:
-Bon soir, mon Révérend PŠre, avez vous fait
bon voyage? (Buenas noches, Reverendo Padre, >>ha
tenido usted buen viaje?).
-TrŠs bon, (muy bueno), contestó el otro.
Entonces don Bosco preguntó en italiano al
primero, quién era ((**It14.402**)) aquel
sacerdote. El Director, creyendo que bromeaba,
quiso completar la broma, diciéndole que era un
sacerdote amigo de la casa, que solía visitar de
vez en cuando a los Salesianos.
-Se hospedará, pues, en el patronato, replicó
don Bosco.
-Sin duda, confirmó don José Ronchail.
Fue cosa de un instante; y don Juan Cagliero,
que había calado la intención de don José
Ronchail, iba a seguir su camino, sin dar muestras
de haberse dado cuenta, cuando don Bosco le dijo
cortésmente:
-Alors … nous revoir, dans quelques instants
(Entonces, hasta volver a vernos, dentro de. un
rato).
Al decir esto, se separaron. A los pocos pasos,
volvió a preguntar don Bosco:
->>Y quién es ese sacerdote?
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