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deseo a las Superioras, las cuales la nombraron
maestra de novicias, unos años después de su
noviciado. Habría querido hablar de ello con don
Bosco, pero la idea de habérselas con un santo la
turbaba. Finalmente, un día de 1879, teniendo que
acompañar a una colegiala al Cottolengo para
visitar a una persona, le dijo:
-Mientras tú estás aquí en el Cottolengo, yo
voy a visitar el Oratorio de don Bosco.
Cobrando ánimo, se presentó al Beato, el cual,
después de oírla, le declaró que debía ir a las
misiones.
-Pero las Superioras no querrán darme permiso.
-Pues bien, pida salir de esta Congregación,
únase a nuestras religiosas en la próxima
expedición para América, y en Buenos Aires ingrese
y establézcase en la casa de las Josefinas fundada
por vuestra Congregación de Pinerolo.
Sor Clementina, consolada con estas palabras,
pidió permiso a las Superioras para ir a las
misiones; pero se le negó, porque era de gran
ayuda para la comunidad, y porque las Josefinas de
Turín no tenían ninguna casa en tierra de misión.
A los pocos meses volvió a ver a don Bosco, a
quien encontró en el patio del Oratorio, mientras
se encaminaba a la iglesia. En seguida, le contó
lo de la negativa y le pidió consejo. Don Bosco
levantó los ojos al cielo y respondió:
-íPaciencia!
No añadió más y entró en la sacristía.
A los pocos días, la monjita fue acometida por
un extraño mal, que le causaba grandes
sufrimientos y le impedía cumplir los múltiples
encargos que le confiaban. Renovó la petición de
ir a las misiones, pero sin resultado. Hacía diez
años que le aquejaba el mal, cuando en 1889
solicitó salir de las Josefinas de Turín y poder
ingresar en las de Chambéry. ((**It14.385**)) El
afecto de sus Superioras se opuso a ello; mas, por
fin, cedieron y fue admitida allí bondadosamente.
Pero también allí oponíase la enfermedad a sus
ardientes deseos misioneros, por lo cual, ni le
pasaba por la mente hablar del asunto. Con la
esperanza de proporcionarle un aire más
conveniente, la Superiora la envió a la casa
fundada en Roma por la Congregación; pero,
agravándose la enfermedad también allí, le mandó
volver.
Mientras tanto, murió por aquellos días en
Cristianía, hoy Oslo, la Superiora de un
floreciente Hospital que, en esta capital, tenía
la Congregación de las Josefinas de Chambéry para
los católicos. Queríasela sustituir por una monja
francesa; pero el Delegado Apostólico, informado
del caso, contestó que de ningún modo. La
Superiora de
(**Es14.332**))
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