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junto a Ventimiglia, dos escuelas públicas
elementales para ((**It14.368**)) niños,
con cuarenta alumnos, y para niñas, con sesenta
alumnas, como se ve por el registro de inscripción
y la relación del Inspector Provincial,
completamente gratuitas y de acuerdo en cuanto a
la enseñanza, con las leyes en vigor, amén de una
iglesita para la administración de los santos
Sacramentos y la predicación de la divina palabra.
Que estas dos escuelas e iglesita, en
contraposición de la escuela y capilla evangélicas
ya antes implantadas allí por los protestantes,
eran imperiosamente reclamadas por la misma
amenidad del lugar, poblado por un siempre
creciente número de ciudadanos y forasteros
veraneantes, que aumentaban de año en año, los
cuales, sin ellas, apenas podían cumplir sus
deberes de cristianos y de ciudadanos y atender a
la educación moral y literaria de sus hijos,
estando situada la parroquia a una hora de camino,
y las escuelas de la cabeza de distrito ubicadas
tierra adentro, al norte, en lugar poco saludable.
Que dicha obra pía, muy importante y muy
costosa por el local alquilado y por el
mantenimiento del personal dedicado a ella, fue
sostenida hasta ahora por el exponente, con la
escasa ayuda insegura de los campesinos, y
principalmente con las generosas aportaciones
anuales de un insigne bienhechor, sin que nunca
haya contribuido en nada el Ayuntamiento de
Vallecrosia, que es pobre y está demasiado cargado
con los gastos de la escuela, del médico y otros
que debe sostener en la cabeza de partido. Ahora,
después de un año y meses que murió dicho
bienhechor y tras la míseras cosechas de estos
últimos años, se han reducido a poquísima cosa las
eventuales limosnas de los habitantes; y, en
consecuencia, un instituto tan útil se encuentra
falto de los medios indispensable para su vital
existencia.
Sería muy doloroso, para el que suscribe, tener
que marcharse de esa población que, merced a las
afectuosas solicitudes de los que en ella trabajan
por la orientación educativa y la prudente vida
cristiana y civil, se va consiguiendo consolador
provecho. Pero el abajo firmante, en el extremoso
trance en que se encuentra, recurre confiadamente
al Real Gobierno, que siempre generoso como es,
con sus anuales subvenciones a los más beneméritos
ministros de la Religión y promotores a un tiempo
del bienestar social, tendrá a bien, en cuanto se
cerciore de la verdad de lo expuesto por el Real
Vice-Administrador de Ventimiglia, tender su
piadosa mano para socorrerla.
Por tanto, el humilde exponente se dirige con
respetuosa confianza al noble corazón de V. S.
para que se digne concederle, a cuenta de la
administración general, la subvención que más
convenga a una obra de tanta importancia y
necesidad, por lo que, con imperecedera gratitud,
no cesará éste de invocar sobre el augusto y
venerado Soberano e ilustres consejeros las más
preclaras bendiciones del cielo.
No obstante, la miseria de aquel año, en que el
campo dio muy poco en general, llegaron las
limosnas, con tal abundancia que permitieron ver a
fines de diciembre, cómo las paredes maestras de
las obras llegaban a flor de tierra.
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EN BORGO SAN MARTINO
El colegio de San Carlos, en Borgo San Martino,
aunque ya no era su director don Juan Bonetti, se
mantenía a la altura de sus óptimas
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