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cuando aparecieron los primeros decretos hostiles
a las Congregaciones religiosas no aprobadas.
EPISODIO DE ANNECY
Antes de dejar Saboya, hemos de hablar de un
episodio, en el que también tuvo parte el conde
Cays, como secretario de don Bosco para la
correspondencia francesa 1. Una vez proclamado San
Francisco de Sales en 1877, Doctor de la Iglesia,
las religiosas de la primera Visitación de Annecy
se propusieron levantar un gran santuario donde
colocar, en un lugar más digno y más accesible al
público, los sagrados restos de su Fundador,
guardados entonces en la capilla del monasterio.
Se comenzaron las obras en 1878; pero, al cabo de
un año, los fondos recogidos estaban casi
agotados, quedando todavía por decorar el interior
del Santuario. En mayo de 1879 llególe
inesperadamente a don Bosco una carta de la madre
priora María Luisa Bartolezzi, en la que le
expresaba el deseo de ver su nombre en un piedra
de la nueva iglesia. Le llegaban de Turín ricos
materiales en mármol y granito, esculturas y
objetos de arte; parecía, pues, natural que no
debía faltar un homenaje de parte de quien había
dado por patrono de su Congregación al Obispo de
Ginebra. Concluía la carta, anunciando una próxima
visita del confesor de aquel monasterio.
Esta visita probablemente no se realizó; en
efecto, un mes después en la respuesta, redactada
por el conde Cays, y firmada por don Bosco, no se
hace la menor mención de ella. El Beato ((**It14.346**)) le
decía entre otras cosas: <>.
Contenta con la generosa oferta, la madre
priora le notificó sin demora que todavía quedaban
dos altares que no habían encontrado bienhechor,
uno el del Sagrado Corazón de Jesús y otro el de
la Bienaventurada Virgen María. <(**Es14.299**))
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