((**Es14.292**)
escribió en su circular: <>.
Los Salesianos trabajaron allí tres años, en
medio de dificultades, por causa de los partidos
políticos, que no toleraban nada que tuviese
apariencia de favorecer la influencia clerical.
Desgraciadamente un maestro, por causas
disciplinares, acudió a medidas excesivamente
severas con algunos muchachos. Corrióse por el
pueblo la noticia del caso y se armó un gran
alboroto. Los anticlericales tomaron por su cuenta
el asunto y promovieron un escándalo, azuzando al
populacho, que, por varios días consecutivos, se
apiñaba alrededor del colegio con gritos y
amenazas de toda clase y con amagos de asalto.
Para colmo de desgracia, el nuevo director don
Domingo Bruna, que sucedió al difunto don Esteban
Chicco, se equivocó de táctica en aquella difícil
situación, tomando la defensa del incauto
subalterno; ((**It14.337**)) esto
exasperó a la oposición y le costó a él mismo la
inmediata destitución por orden del Gobernador
provincial.
Los buenos, sin embargo, se pusieron de parte
de los Salesianos y recogieron a toda prisa las
firmas de unos cincuenta padres de familia a su
favor. El Beato envió inmediatamente a Roma a don
Celestino Durando para que las presentara al
comendador Malvano. Este, que las recibió mientras
se encaminaba a comer con el Rey, le prometió
hablar del asunto con el ministro de Instrucción
Pública, que se encontraba también entre los
convidados. Aquella misma tarde comunicó el
comendador a don Celestino Durando que el asunto
marchaba mal. Este habló después con el caballero
Costantini, secretario del ministro, y habiéndole
dicho que el asunto se había puesto en manos del
diputado abogado Villa, contestóle que entonces
las cosas irían todavía peor. En efecto, la
masonería de Cremona ordenó al hermano de mayor
grado que no se moviera, y este señor se metió en
el bolsillo quinientas liras para gastos de viaje,
y desapareció. Don Celestino Durando voló
inmediatamente a Cremona para hablar con las
autoridades locales. Pero el gobernador estaba
fuera; el delegado provincial de enseñanza se
mantenía escondido; el alcalde no había sido
nombrado todavía y el que hacía sus veces no quiso
meterse en el lío. Así triunfaron las siniestras
miras del enemigo, pues, haciéndose insostenible
la posición, los Salesianos por orden de sus
Superiores, se retiraron el primero de julio de
1882, entregándolo todo a la Comisión, que los
había llamado. Monseñor Bonomelli, disgustadísimo,
no pudo hacer nada para calmar las iras de los
sectarios, ni quiso hacer diligencias en busca de
responsabilidades, mas no por eso dejó de
(**Es14.292**))
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