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Celebrábase aquel año el jubileo extraordinario
por la exaltación de León XIII al solio
pontificio. En mayo fue el párroco de San Benigno
al Oratorio para pedir que fuera un Salesiano a
predicar un triduo de preparación para el logro de
las santas indulgencias. Se le contentó en
seguida, enviándole a don Julio Barberis, que,
puesto que estaba designado para director de la
nueva casa, podría ver qué obras eran
indispensables antes de ocupar el edificio. Más
tarde envió don Bosco a don Juan Cagliero y a don
Julio Barberis a Ivrea, para saludar al nuevo
Obispo, monseñor David Riccardi, y pedir las
licencias ministeriales. Su excelencia se mostró
tan condescendiente que llegó a decir:
-Si hace falta, tómense enhorabuena todas las
facultades, que ustedes saben puede conceder un
Obispo católico.
Recibida después en su día la comunicación del
ingreso de los Salesianos en su diócesis, expresó
su alegría por el feliz acontecimiento y manifestó
sus deseos de que su estancia, de la que esperaba
un gran bien, fuera excelente y duradera 1.
Los primeros moradores de la casa de San
Benigno fueron los clérigos novicios del curso
escolar 1878-79. Terminados sus exámenes el 3 de
julio, salieron el día 5 de Turín; eran cincuenta,
e hicieron el viaje a pie hasta la nueva
residencia, para pasar allí las vacaciones
veraniegas. Fueron recibidos jubilosamente por las
autoridades y la población. Faltaban muchísimas
cosas; pero siempre ha sido muy útil que, en el
período preparatorio, nuestros novicios se
encontraran en la ocasión ((**It14.335**)) de
tenerse que ingeniar para remediar de algún modo
las necesidades de la vida.
Pese al deseo, más aún al propósito, de
trasplantar el noviciado a San Benigno, don Bosco
quiso asegurarse bien de si el lugar era apto,
antes de reunir allí definitivamente a los
novicios del año siguiente. Esta fue la razón por
la que dispuso que los clérigos fueran a pasar
allí las vacaciones; quería hacer con ello un
experimento. Después, en el mes de septiembre,
durante los ejercicios de Lanzo, encargó a don
Miguel Rúa, a don José Lazzero y a don Julio
Barberis que examinaran si la casa era conveniente
o no y después comunicaran sus impresiones al
Capítulo. El informe fue favorable por varios
motivos. Sólo encontraron dos obstáculos; el
primero, que aquella casa siempre estaría a cargo
de la casa madre con notable aumento de gastos,
por ser muy pocos, de ordinario, los novicios que
pagaban algo; el
1 Carta a don Julio Barberis, Ivrea, 8 de julio
de 1879.
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