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de sacristía. Añadíase a las causas mencionadas
para los de Ariccia el pésimo estado de su
vivienda, incómoda, malsana, estrecha, molesta
interiormente por el ir y venir de los empleados
municipales y de cuantos se dirigían a sus
oficinas. A las repetidas peticiones de alguna
mejora respondíanles siempre con vagas promesas;
el ayuntamiento, agobiado de deudas, carecía de
fondos. Seguir por mas tiempo en aquellas
condiciones no era posible para unos ni para
otros.
Fue una suerte para ellos que don Juan Cagliero
y su compañero de viaje fueran a pasar allí el
carnaval. Porque, en su informe a don Bosco,
escribió: <>
1. Poco después le llegó a don José Monateri la
orden de presentar las dimisiones de los
Salesianos ((**It14.327**)) de
Albano al Cardenal Obispo, que las aceptó
inmediatamente. Analoga orden le fue enviada al
padre Gallo para el ayuntamiento de Ariccia, que
titubeó, pero hubo de resignarse.
La antipatía de las autoridades de Ariccia
tenía su razón de ser. El arcipreste y los de la
junta habían hecho gestiones secretas para llevar
a otros maestros; pero, no habiéndolos encontrado,
no sabían qué partido tomar. En un ambiente como
aquél no se podía esperar un buen porvenir para
los Salesianos.
En Albano, los alumnos internos del seminario
quedaron reducidos a dos; y los seminaristas,
obligados a asistir a las escuelas del Estado con
profesores ateos y entre condiscípulos de toda
suerte, se encontraron en mala situación. Por
todos estos motivos, tuvo que cerrarse el
seminario, y cerrado continúa hasta nuestros días.
Sin embargo, la gente de ambos lugares quería
mucho a los Salesianos, ya fuera en razón del
sagrado ministerio, ya fuera por las espléndidas
funciones religiosas que hacían o por las
atenciones que prodigaban a sus hijos en la
escuela y fuera de ella.
Los muchachos les querían tanto que llenaban
continuamente la casa. Los salesianos
supervivientes, que fueron objeto de este buen
querer del pueblo y de la juventud, guardan
todavía vivo recuerdo; y así, cuando otros
Salesianos se establecieron en el vecino pueblo de
1 Carta, Acireale, 3 de marzo de 1879. Véase
también Bollettino Salesiano, agosto 1879, págs.
7-8.
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