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de un técnico, iría a Pisogne, para visitar el
edificio, observar los alrededores y juzgar qué se
habría de hacer. La junta se creyó obligada a dar
las gracias a don Bosco por la cortesía y
deferencia, con que habían sido recibidos y
tratados en el Oratorio sus representantes. Pero
la visita no se hizo. Las objeciones puestas al
contrato de Randazzo justificaron el temor de
serias dificultades y graves obstáculos para el
porvenir. Por eso, don Bosco, de paso por
Florencia, ordenó a don Miguel Rúa que escribiera
diciendo que tenía intención de liberarse de todo
compromiso y que desistía de las negociaciones.
Hubo después cuatro nuevas tentativas de 1892 a
1905, pero sin éxito. Verdad es que el colegio de
Lóvere, por haber pasado a manos de seglares, ya
no podía hacer sombra, pero quedaba siempre la
excesiva ingerencia del ayuntamiento, que había
atado las manos del Director.
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MONTEROTONDO
Estando en Roma don Bosco recibió, a principios
del año, la visita del canónigo Gerardo Procacci,
párroco de San Hilario en Monterotondo, y le
prometió enviar allí a don José Daghero, que
estaba en Magliano, para que viera el local, que
se quería confiar a los salesianos para dirigir
las escuelas elementales del ayuntamiento y abrir
unos cursos de bachillerato. Los príncipes
Boncompagni, de acuerdo con el Eminentísimo Bilio,
que era el Obispo, y con el ayuntamiento,
convencidos también de hacer algo agradable a
muchos padres de familia, deseaban la llegada de
los hijos de don Bosco a aquella población; al
príncipe padre le gustaba presentarse como gran
amigo del Siervo de Dios. Don José Daghero fue,
vio e informó; su relación fue favorable por todo
concepto. Inmediatamente tomó el alcalde cartas en
el asunto, con el propósito de despedir a los
maestros seglares, según derecho que tenía, y
sustituirlos por los religiosos; Hugo Boncompagni
hijo, presidente del círculo de la juventud
católica del lugar, se asoció a él para rogar a
don Bosco que procediera sin tardanza 1.
Don Celestino Durando contestó en nombre del
Siervo de Dios que, por entonces no se podía, pero
daba <>.
-Déjese enhorabuena para otro tiempo,
replicaron; pero átense en seguida los cabos del
contrato, entre otras razones porque,
aproximándose
1 Carta, Foligno, 20 de mayo de 1879.
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