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de Dios, querido don Bosco, haga lo imposible para
que este asunto salga bien; lo necesitamos más que
los pobres patagones, pues no hay en toda Cerdeña
un colegio, ni un seminario, donde podamos educar
a un muchacho con esperanza fundada de buen
resultado>>.
((**It14.310**)) El
Beato tomó en consideración la cuestión,
reservándose atenderla cuando circunstancias
favorables le permitiesen actuar. En Isili,
aguardaron cinco meses con esta promesa, después
renovó el alcalde la instancia. Don Bosco, por
medio de don Celestino Durando, encargado de las
gestiones para la aceptación de casas, agradeció
el 21 de noviembre a los señores concejales tantas
demostraciones de confianza; les dijo que de muy
buena gana ya habría efectuado el envío, si la
extrema penuria de personal docente lo hubiese
permitido; que esperasen todavía y que, lo que no
se podía hacer entonces, se llevaría a buen
término más adelante, y, para comenzar, rogó le
notificaran la distancia de la estación
ferroviaria más próxima a Isili, la capacidad del
edificio, y si había patio y jardín anejos. El
alcalde dio los informes pedidos.
El curso escolar ya había reemprendido su
marcha y no había prisa para llevar adelante el
asunto. Pero, el 22 de abril, viendo el alcalde
que no llegaba ninguna comunicación, rogó
encarecidamente a don Bosco, en nombre del
municipio, que enviase a Isili un representante
suyo para examinar y tratar la cuestión; el
ayuntamiento se encargaría de sufragar los gastos
del viaje. Transcurrieron así dos años; renovóse
durante este lapso de tiempo la representación del
municipio y el nuevo alcalde, Antonio Cicaló,
haciéndose intérprete de los sentimientos de todos
los vecinos, reemprendió las gestiones, instando
para que se acelerase la apertura del deseado
colegio 1. Pero el momento no era propicio; y así,
ya no se habló de Isili hasta después de la
fundación del colegio de Lanusei, cabecera del
distrito. Parecerá que la indecisión de don Bosco,
no obstante las promesas a medias, se prolongó
excesivamente; pero conviene saber que en el
colegio de los Escolapios se habían instalado las
oficinas municipales y gubernativas, y allí
estaban los interesados muy a su gusto; no
convenía, pues, a don Bosco evidentemente que sus
Salesianos se presentaran allí con aire de quien
iba a desalojar a los empleados y a otros
inquilinos.
1 Carta, Isili, 13 de diciembre de 1882.
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