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desde pequeños la vida de sacrificio <>, escribía el Padre, de forma
que, con la gracia de Dios, se encendiese
fácilmente en su corazón el vivo deseo de
consagrarse a Dios y ser dignos ministros suyos.
Esperaba, pues, de don Bosco una respuesta para
saber a qué atenerse. Don Bosco entregó la carta a
don Juan Cagliero, escribiendo sobre ella:
<>. Se determinó contestarle que, por el
momento, era imposible, pero que se diera maña
entre tanto para proveer los medios necesarios,
que serían <>.
Replicó el Padre, rogando que le explicase más
claramente lo del pedazo de pan. La segunda
respuesta no fue muy alentadora con respecto a la
ejecución del plan. Pero, ((**It14.309**)) parece
que aquel religioso no era hombre, que se
resignara a parar a medio camino, y, más aún,
tratándose de cosas del servicio de Dios. En
efecto, logró encontrar la casa, a saber: un
colegio abandonado por los padres Escolapios y
vuelto por derecho al ayuntamiento de Isili, que,
habiéndoselo dado a condición de que fuese lugar
de educación e instrucción, había reivindicado
para sí el edificio y la renta, después de la
salida de los religiosos. El ayuntamiento ofrecía,
pues, a don Bosco el edificio con una asignación
de dos mil liras, más algún otro recurso. <>.
El ofrecimiento había sido hecho únicamente por
vía oficiosa. En el consejo municipal presentó la
propuesta el concejal Juan Zedda, por encargo del
concejal y diputado de Isili, Pedro Ghiani Mameli,
que había hablado probablemente con el Beato en
Roma, e informó a sus colegas de que <>. El alcalde, Antioco Porceddu,
apoyó la propuesta, concluyendo con estas
palabras: <>.
El Consejo municipal, tras breve discusión, acogió
favorablemente y de buen grado la propuesta, y
deliberó, por unanimidad, que se iniciasen las
oportunas negociaciones. Tres semanas después, lo
aprobó la diputación provincial 2. En una carta de
24 de mayo, el padre jesuita insistía: <(**Es14.268**))
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