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((**Es14.26**) cuanto a la lengua, se expresó agudamente en estos términos: <>. En un clima, tan universalmente favorable al proyecto de ampliación, pronto respondieron los primeros medios de ejecución. Con el fin de estimular la liberalidad de los marselleses, don Bosco encargó en seguida a un empresario una obra por cincuenta mil francos, a terminar en el mes de agosto, para dar cabida a dos centenares de jóvenes. Una mañana estudiaba con el arquitecto Itier un plano de construcción y llegó de improviso el abate Timón-David 1, el cual estuvo largo rato con ellos examinando, aconsejando, aprobando, objetando, desaprobando y que, por fin, se despidió. ((**It14.20**)) Don Bosco, que, a pesar de ser muy cauto en sus obras, tenía una gran prontitud de intuición, dijo al arquitecto: -Me temo que el buen canónigo Timón, cuando llegue al paraíso, encontrará algo que no será plenamente de su gusto. Hubiera querido don Bosco dar una comida a los principales amigos de Marsella; pero las condiciones de la casa no se prestaban para ello. Pero el señor Julio Rostand, presidente de la Sociedad Beaujour, tuvo la buena idea de organizar en honor de don Bosco un banquete verdaderamente regio, al que convidó a la flor y nata de la ciudad. En el curso del banquete la conversación derivó a la casa a construir y sobre la gran escuela para aprendices bajo la dirección de don Bosco. Ofrecíanse dos problemas de difícil solución: reunir los muchos miles de francos necesarios para levantar el edificio y crear un capital, con cuyos intereses se pudieran mantener los jóvenes internados. Todos estaban de acuerdo en que el proyecto era atrevido y de insegura realización. Don Bosco, llegado el momento oportuno, dijo sonriendo y con aire grave: -Sí, tenemos grandes cosas que hacer; mas, para llevar a buen término grandes cosas, se bastan los marselleses por sí solos. Estas palabras produjeron el efecto de una descarga eléctrica; jamás hubiera imaginado don Bosco lograr el éxito que obtuvo. Poco a poco desaparecieron las dificultades de los gastos, y no hubo que suspender las obras por falta de dinero. Contando el incidente en Alassio, el Beato confesó que, de buenas a primeras, se dio cuenta de la impresión causada por sus palabras, que en realidad le salieron espontáneamente en el calor de la conversación; se lo dijo, después, el 1 Véase vol. XIII, pág. 91. Rectificamos aquí una inexactitud del lugar citado. Los Hermanos del Sagrado Corazón allí mencionados no eran los del Puy, sino que formaban una Congregación Clerical local, llamada Oeuvre du Sacré-Coeur de l'Enfant Jésus, fundada por el abate Timón y que hace pocos años llegó a ser de derecho pontificio.(**Es14.26**))
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