((**Es14.255**)
Así decía unos años después el mismo Cardenal a
don Bosco en presencia de don Pablo Albera.
Al mes siguiente envió don Bosco otra hermosa
cartita a don Domingo Tomatis, a quien acababa de
ser confiada la dirección del colegio de San
Nicolás. El primer Director, don José Fagnano,
atacado gravemente de fiebres tifoideas y con
recaída, había tenido que trasladarse a Buenos
Aires y, como veremos, no volvió más a su colegio,
sino que salió para las misiones de Patagonia.
Mi querido Tomatis:
He estado siempre al día sobre la marcha del
colegio de San Nicolás; al presente, parece que
quiere correr una nueva aventura bajo tu
dirección. Bien está. Animo. Depositamos en ti
plena confianza y esperanza. Te pongo aquí algunos
de los avisos, que siempre doy a los Directores y
procura servirte de ellos.
1) Cuida mucho tu salud y la de tus súbditos;
pero procura que ninguno trabaje demasiado y que
ninguno esté ocioso.
2) Procura preceder a los demás en la piedad y
en la observancia de nuestras reglas; e
indústriate para que las observen todos,
especialmente la meditación, la visita al
Santísimo Sacramento, la confesión semanal, la
misa bien celebrada y la frecuente comunión para
los que no son sacerdotes.
3) Heroísmo en soportar las debilidades de los
otros.
4) Mucha benevolencia con los alumnos, mucha
comodidad y libertad para confesarse.
Dios te bendiga, querido Tomatis, y contigo a
todos nuestros hermanos a nuestros hijos, al amigo
Ceccarelli, a quien debo carta y a todos, os
conceda salud y la gracia de una santa vida. A
todos un cordialísimo saludo.
Reza por mí, que siempre seré tuyo en J. C.
Alassio, 30 de septiembre de 1879.
Afmo. amigo
JUAN BOSCO, Pbro.
P. D. Por esta carta, verás que mis ojos están
mucho mejor.
((**It14.294**)) Es
evidente, en los primeros renglones, la alusión a
una decadencia de aquel colegio. En efecto, los
alumnos habían disminuido.
Causa principal de la disminución se creyó haber
sido la llegada allí de los parientes del
Director, que eran pobres y se presentaban como
tales; de ahí se comenzó a correr la voz de que
también el Director, lo mismo que los demás, había
ido a aquellas tierras para ganar dinero y
enriquecer a los suyos; y esta sospecha, en frase
de don Juan Cagliero, bastaba allí para que un
sacerdote no pudiera hacer ningún bien.
Huelga decir que el Director actuó con la más
sincera sencillez e interés de la misma casa, es
decir, para disponer de personas de confianza
(**Es14.255**))
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