((**Es14.252**)
de agosto escribió una larga carta a don Bosco 1,
que comenzaba con estas palabras: <>. Descritas
después las misérrimas condiciones de aquella
pobre gente y mencionada la propaganda
protestante, seguía diciendo: <((**It14.290**)) de
Patagones o en Mercedes de la Patagonia y, desde
este centro, organizar las misiones en los
pueblos..., así como también salir de aquí para
toda la Patagonia, donde millares de infieles
viven todavía en las tinieblas de la idolatría...
El Gobierno insiste con ardor para que mande allá
pronto misioneros y me ha prometido obtener de las
Cámaras una considerable cantidad para subsidio,
mayor que la que se concede ahora anualmente, y
comenzará a hacerse efectiva a partir del primero
de enero de 1880... Usted se formará fácilmente
una idea de la ansiedad con que estoy aguardando
su contestación... Mi corazón se ensancha con la
esperanza de que no me abandonará en tan
apremiantes circunstancias y aceptará al instante
y con alegría el encargo de esta misión tan
necesaria para la gloria de Dios y la salvación de
tantas almas, que ahora se encuentran
completamente abandonadas por la falta de
misioneros.
Estoy convencido de que don Juan Cagliero, que
conoce estas regiones y sabe por experiencia sus
urgentes necesidades, me ayudará en esta santa y
laboriosa empresa. He quedado satisfechísimo de
las buenas noticias recibidas sobre la mejoría de
su vista. Ruego fervorosamente al Señor que tenga
a bien conservar perfecta y larga la salud de
usted a quien tanto necesitamos>>.
Monseñor incluía la copia de una carta para el
señor Eduardo Calvari, agente de la emigración en
Génova, para que interpusiera sus buenos servicios
para conseguir a los misioneros salesianos el
pasaje gratuito hasta Buenos Aires. Parece que
contemporáneamente el Gobierno argentino confió a
don Bosco el encargo oficial de evangelizar la
Patagonia, prometiéndole valiosos auxilios. Esta
correspondencia le llegó el 5 de septiembre a
Lanzo, durante una tanda de ejercicios
1 La publicó traducida el Bollettino Salesiano
de noviembre de 1879. Esta misma carta, traducida
al francés, es la que fue enviada a las obras de
la Santa Infancia y de la Propagación de la Fe,
junto con las dos peticiones de don Bosco.
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