((**Es14.25**)
cabo la ampliación: ya veían a unos doscientos
cicuenta muchachos dentro de seis meses. Don Bosco
les dejaba hablar, y luego, con una observación
práctica manifestada en un tono que, comparado con
el de ellos, se podía calificar de flemático,
devolvía a sus interlocutores al mundo de la
realidad.
El día 12 escribió don José Bologna a don
Miguel Rúa:
<>.
Aquel día fue invitado don Bosco a comer con el
Obispo, el cual quiso que se sentara a su lado,
rodeado de diez párrocos de la ciudad.
Don José Ronchail escribía el 14 a don Miguel Rúa:
<>Don Bosco está fuera de sí y no sabe
explicarse cómo se han superado todas sus
esperanzas y sus mismos cálculos. Esta semana será
una bella página en la historia de la
Congregación>>.
Y don José Bologna escribía, con la misma
fecha, al mismo:
<>.
La afluencia de los visitantes creció tanto,
que el secretario interino, ((**It14.19**)) que no
estaba acostumbrado a las atenciones que se
requieren en semejantes circunstancias, decía a
don Miguel Rúa en una carta del día 20:
<>.
El mismo don Bosco, con fecha del 27 ,
informaba así a don Miguel Rúa:
<>.
En medio de tanto entusiasmo, surgió la idea de
que diese don Bosco una conferencia en la iglesia
parroquial o, al menos, que hablase a un público
selecto en un salón de la ciudad. Don Bosco tuvo
que condescender; pero obtuvo que se le permitiera
reunir a los amigos del colegio en un dormitorio,
transformado en salón. Pensar en lo que tenía que
decir y sobre todo cómo decirlo, no le fue posible
por las visitas que no le dejaban un momento
libre. Asistió también a la reunión el Obispo. Don
José Bologna quedó asombrado, al oírle hablar con
tanta desenvoltura en <>; también
quedaron pasmados otros oyentes, alguno de los
cuales, al contestar a sus amigos curiosos cómo se
las había arreglado don Bosco para salir del paso
en(**Es14.25**))
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