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Nuova Torino diese precisamente la última señal de
vida, haciéndose eco de sus clamores.
((**It14.265**)) El
ronco son de la terrible trompeta no produjo, sin
embargo, el rápido efecto que se esperaba;
siguieron, en efecto, tres meses durante los que
la joven judía vivió tranquila con las Hermanas,
yendo y viniendo incluso por Turín, sin molestias
notables. Los parientes, como era lógico, se
dieron maña para averiguar el lugar de su refugio;
cuando lo descubrieron, pintaron la cosa como un
acto de violencia, consumado por orden de don
Bosco, y lo denunciaron a la autoridad judicial.
Pero con se trataba de una joven mayor de edad,
los magistrados no fueron tan condescendientes. A
los pocos días de encontrarse en Valdocco, es
cierto que fue a verla un comisario de policía
para interrogarla, pero ella declaró que libre y
espontáneamente había buscado asilo en casa de las
Hermanas de don Bosco y que quería morar allí para
prepararse al bautismo, de suerte que, por parte
de las autoridades todo, por entonces, acabó en
eso. La visitaron algunos parientes, entre ellos
su padre, al que confirmó todo su afecto filial;
también, por este lado, no hubo más durante unos
meses. La hebrea, instruida en la doctrina
cristiana, esperaba recibir el bautismo el 24 de
junio y, después, el 15 de agosto; su madrina
sería la condesa Balbo. Pero don Juan Cagliero, su
maestro de religión, y don Juan Bonetti, que la
dirigía, le aconsejaron que esperara todavía para
prepararse mejor al gran acto.
Aquella calma era precursora de tempestad. Las
esperanzas perdidas se cambiaron en furor. El plan
estaba perfectamente preparado; atacar a la joven
por su lado débil, a saber, por el corazón,
excitar la opinión pública y así facilitar una
intervención enérgica de la autoridad 1.
1 En toda esta narración utilizamos
especialmente dos documentos: una carta firmada
por Bedarida (Unit… Cattolica, núm. 209 del 7 de
septiembre de 1879), y otra de don Juan Bonetti,
destinada al Ministro de Gobernación. La copia que
tenemos de la primera, con la firma auténtica de
la hebrea, es de otra mano; en ella se lee esta
declaración firmada por tres testigos: <>. La carta
había sido redactada por otros, tal vez por don
Juan Bonetti; y éste es el motivo de la
declaración. El segundo documento es un escrito
del mismo don Juan Bonetti, que habla en lugar de
don Bosco y lo encabezó con esta nota: <>La aprueba
también don Bosco? En caso afirmativo, firme dos
copias como ésta para enviar una a villa, y la
otra a Varé>>. Varé era el Ministro de Justicia y
Villa, el abogado. Don Bosco escribió al margen:
Non expedit multis de causis. Tenemos también
otras dos relaciones manuscritas, una larga del
abogado De Gregori, y la otra larguísima de don
Juan Bonetti; son demasiado enfáticas; tienen, sin
embargo, algún dato positivo digno de
consideración.
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