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Asunción, día en el que concluían los ejercicios
de las Hermanas y se hacía la emisión de votos; él
les dio los recuerdos, y desarrolló este tema:
-Vida de oración, de trabajo, de humildad, de
retiro y sacrificio, sólo para Dios y las almas, a
imitación de la Madre del Cielo en la tierra, para
participar después más ampliamente de su gloria en
el cielo.
Volvió ((**It14.258**)) el día
21 para asistir a los ejercicios de las señoras.
La crónica ha conservado el recuerdo de las
palabras, que les dijo en una de sus platiquitas,
después de las oraciones de la tarde:
-Hay personas ricas de buen corazón y piadosas,
las cuales dejan en testamento una parte de sus
bienes para obras de caridad. íBuena y santa
acción! Pero hay que notar que, en el Evangelio,
no está escrito: <>, sino <>. Como véis, la cosa es muy
distinta.
Habló también a las superioras y a la comunidad
de las Hermanas, pero por separado. A las primeras
les hizo esta recomendación:
-Aquí no os falta espacio; ni tampoco os
encontráis con la vigilancia de vecinos, ni de
nadie. Ejercitad, pues, en las pequeñas labores de
la viña y del jardín a las hermanas más jóvenes y
necesitadas de movimiento. Este es un ejercicio
muy útil para la salud.
A las Hermanas de la comunidad les dio el
siguiente paternal consejo:
-Escribid a vuestros padres; no los hagáis
padecer con vuestro prolongado silencio. Esto os
perjudica a vosotras y a ellos, y puede ser el
impedimento de muchas vocaciones. Si, por el
contrario, vuestras familias reciben frecuentes
noticias vuestras, se sentirán felices de haberos
entregado a Dios, sacarán provecho de vuestras
palabras, darán también a leer vuestras cartas a
sus amigos y conocidos, y éstos permitirán con más
facilidad a sus hijas hacerse religiosas.
Informó de estos ejercicios a la condesa Corsi.
Monseñor Belasio, a quien menciona, fue el
predicador.
La Bruna era una alquería, colocada sobre una
colinita heredada por las Hermanas, donde después
se levantó su noviciado.
Mi buena y queridísima Mamá:
Escribo desde la Virgen de las Gracias, donde
ha habido una estupenda tanda de ejercicios. Había
unas cien señoras. Todas, religiosas y educandas,
subieron a la Bruna. Era un espectaculo
indescriprible ver la devoción, la piedad, la
alegría, que se transparentaba en todas. No
faltaba más que nuestra mamá Corsi. Pero sí se
habló y se rezó mucho por usted. Es más, celebré
una misa por su intención y las señoras
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