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El traslado de la sede generalicia de Mornese a
Nizza Monferrato se efectuó a primeros de febrero.
Fue un doloroso sacrificio para el corazón de la
Madre abandonar aquel nido de recuerdos; sólo la
obediencia pudo arrancarla del lugar, donde había
aprendido a amar y servir a Dios, y de donde jamás
había creído tener que alejarse hasta el momento
de cambiar la tierra por el cielo.
Sólo tres fundaciones pertenecen al año 1879,
una en Cascinetta, cerca de Ivrea, y dos en
América: San Carlos de Almagro, en la capital
argentina, y Las Piedras, en Uruguay. Para estas
nuevas fundaciones dio el Beato a la Madre General
esta norma:
-Por ahora puede pasar la aceptación de asilos
infantiles; pero siempre a condición de poder
hacer funcionar en ellos el oratorio festivo y
tener un taller para las jovencitas del pueblo.
Por lo que toca a la casa de Las Piedras, hay
una carta que demuestra el acuerdo del espíritu de
la Madre y los principios que informaban la
conducta del Fundador con los subalternos. Aquella
comunidad, formada lo mejor posible con las
hermanas disponibles, cojeaba un tantico. En
consecuencia, escribió la Madre a la Directora 1:
<((**It14.256**)) de
Superiora. Pero no debéis asustaros; convenceos de
que siempre hay defectos; hay que corregirlos y
remediar todo lo que se pueda, con calma, dejando
el resto en manos de Dios. Y, además, no hay que
dar mucha importancia a las cosas insignificantes.
A veces, por hacer caso de pequeñeces, se dejan
pasar cosas grandes. Al decir esto, no querría
entendierais que no hay que hacer caso de las
faltas pequeñas; no es esto lo que quiero decir.
Corregid, avisad siempre; pero, en vuestro
corazón, compadeced y tened caridad con todas.
Mirad, es preciso estudiar los caracteres y
saberlos tratar; para obtener buenos resultados,
hay que inspirar confianza. Es necesario que
tengáis paciencia con sor Victoria, que la forméis
poco a poco en el espíritu de nuestra
Congregación; no puede haberlo adquirido todavía,
porque estuvo demasiado poco tiempo en Mornese; me
parece que, si la sabéis aceptar, resultará bien.
Así también las demás; cada una tiene su defectos,
hay que corregirlos con caridad, pero no pretender
que carezcan de ellos, ni tampoco que se enmienden
de una vez; íesto, no! Pero con la oración, con la
paciencia y la vigilancia, poco a poco se logrará
todo. Confiad en Jesús, poned todas
1 Carta a Sor Angelita Vallese, Nizza, 22 de
julio de 1879.
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