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((**Es14.220**) a aceptar preventivamente con suma veneración>> cuanto Su Santidad dispusiese con respecto a él. El efecto fue inmediato. Cinco días después, el cardenal Caterini, Prefecto del Concilio, ordenó al Secretario monseñor Verga comunicara al recurrente que su causa se trataría in plenario Eminentissimorum Patrum consessu (en la sesión plenaria de los Eminentísimos Padres) en el término de un mes. El abogado Leonori, encargado de comunicar la decisión a las dos partes, incluyó en la carta de don Bosco la del Arzobispo, rogándole que la entregara en seguida 1. Don Bosco recibió la carta en San Benigno, la nueva casa de noviciado. Envió solícitamente al Oratorio el sobre dirigido a Su Excelencia, que llevaba el sello de la Sagrada Congregación, para que fuese entregado sin tardanza. Recibió el encargo don Luis Deppert que, el 3 de diciembre, la llevó ((**It14.251**)) al arzobispado. Vio al Arzobispo, que pasaba, y pidió hablarle; se le negó. Se presentó entonces al Canciller, el canónigo Chiuso, a quien dijo que era portador de una carta, procedente de Roma para su Excelencia y que, en descargo de su responsabilidad, deseaba el recibo de entrega. El Canciller acogió con indignación la petición. Deppert se dirigió entonces al secretario, el teólogo Corno, y obtuvo la misma acogida. Hizo notar que la carta no era de don Bosco, sino de una Congregación romana, como lo indicaba el sello; añadió que pocos meses antes, teniendo el mismo Monseñor que entregar a don Bosco una carta como aquélla de parte de la Congregación de Ritos, el enviado a entregarla había pedido y obtenido el recibo. Fue como hablar a sordos. Entonces Deppert, temiendo posibles consecuencias, no se arriesgó a entregar la carta. Pedir un recibo en casos como éste no es ciertamente nada del otro mundo; al contrario, es costumbre casi universal hacerlo así. Al día siguiente volvió don Luis Deppert con un hermano y pidió entregar personalmente la carta en manos del Arzobispo. No se le concedió. Resolvió, pues, entregarla al secretario; y lo hizo diciendo: -Espero que esta carta será entregada al destinatario; en caso contrario, este mi hermano es testigo de que yo he cumplido con mi deber. El Arzobispo guardó la carta veinticuatro horas, y la devolvió a don Bosco. Este, después de pedir consejo a Roma sobre lo que procedía hacer, la volvió a enviar a Monseñor dentro de una atentísima carta suya. A punto de ir a Borgo San Martino para la fiesta aplazada de san Carlos, titular del Colegio, le escribió, en efecto, en estos términos: 1 Carta del abogado Leonori a don Bosco, 29 de noviembre de 1880. (**Es14.220**))
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