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a aceptar preventivamente con suma veneración>>
cuanto Su Santidad dispusiese con respecto a él.
El efecto fue inmediato. Cinco días después, el
cardenal Caterini, Prefecto del Concilio, ordenó
al Secretario monseñor Verga comunicara al
recurrente que su causa se trataría in plenario
Eminentissimorum Patrum consessu (en la sesión
plenaria de los Eminentísimos Padres) en el
término de un mes. El abogado Leonori, encargado
de comunicar la decisión a las dos partes, incluyó
en la carta de don Bosco la del Arzobispo,
rogándole que la entregara en seguida 1.
Don Bosco recibió la carta en San Benigno, la
nueva casa de noviciado. Envió solícitamente al
Oratorio el sobre dirigido a Su Excelencia, que
llevaba el sello de la Sagrada Congregación, para
que fuese entregado sin tardanza. Recibió el
encargo don Luis Deppert que, el 3 de diciembre,
la llevó ((**It14.251**)) al
arzobispado. Vio al Arzobispo, que pasaba, y pidió
hablarle; se le negó. Se presentó entonces al
Canciller, el canónigo Chiuso, a quien dijo que
era portador de una carta, procedente de Roma para
su Excelencia y que, en descargo de su
responsabilidad, deseaba el recibo de entrega. El
Canciller acogió con indignación la petición.
Deppert se dirigió entonces al secretario, el
teólogo Corno, y obtuvo la misma acogida. Hizo
notar que la carta no era de don Bosco, sino de
una Congregación romana, como lo indicaba el
sello; añadió que pocos meses antes, teniendo el
mismo Monseñor que entregar a don Bosco una carta
como aquélla de parte de la Congregación de Ritos,
el enviado a entregarla había pedido y obtenido el
recibo. Fue como hablar a sordos. Entonces
Deppert, temiendo posibles consecuencias, no se
arriesgó a entregar la carta. Pedir un recibo en
casos como éste no es ciertamente nada del otro
mundo; al contrario, es costumbre casi universal
hacerlo así.
Al día siguiente volvió don Luis Deppert con un
hermano y pidió entregar personalmente la carta en
manos del Arzobispo. No se le concedió. Resolvió,
pues, entregarla al secretario; y lo hizo
diciendo:
-Espero que esta carta será entregada al
destinatario; en caso contrario, este mi hermano
es testigo de que yo he cumplido con mi deber.
El Arzobispo guardó la carta veinticuatro
horas, y la devolvió a don Bosco. Este, después de
pedir consejo a Roma sobre lo que procedía hacer,
la volvió a enviar a Monseñor dentro de una
atentísima carta suya. A punto de ir a Borgo San
Martino para la fiesta aplazada de san Carlos,
titular del Colegio, le escribió, en efecto, en
estos términos:
1 Carta del abogado Leonori a don Bosco, 29 de
noviembre de 1880.
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