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suposiciones. Se comprende, pues, cómo don Juan
Bonetti no descansase hasta quitarse de encima
aquella deshonra. íA pesar de echar mano a todos
los recursos, no se vislumbraba un rayo de
esperanza! El 16 de julio se desahogó con monseñor
Verga, secretario de la Congregación del Concilio.
<((**It14.245**)) hasta
ahora no hubo todavía ninguna deliberación sobre
el particular, y yo estoy todavía impedido de
ejercer libremente mi sagrado ministerio, con
grave escándalo de muchas pobres almas.
<>Escribo a V. E. esta carta con el
consentimiento de don Juan Bosco, mi venerado
Superior, y en su nombre le ruego que, por amor de
Jesucristo, de María Auxiliadora y de san
Francisco de Sales, nuestro querido patrono, tenga
a bien hacerme enviar cualquier respuesta que
sirva de norma para él y para mí>>.
La ansiada respuesta no llegaba; para dar su
fallo la Sagrada Congregación esperaba que el
Arzobispo de Turín contestase y éste, no
contestaba. Por lo cual don Juan Bonetti imaginó
otro plan. El 27 del mismo mes consultó al abogado
Leonori:
<>por qué hacerme
1 Alusión a la cuestión del cierre de las
escuelas.
(**Es14.215**))
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