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al cardenal Ferrieri, Prefecto de la Congregación
de Obispos y Regulares. No nos consta que
recibiera respuesta; puede ser que, por efecto de
aquella relación, viniese el aviso de que aquel
asunto, por razones de competencia, se remitiese a
la Congregación del Concilio.
Eminencia Reverendísima:
Siento causar molestias a Vuestra Eminencia
Reverendísima, tan ocupado por el bien universal
de la Santa Iglesia. Pero me considero obligado a
escribir esta carta, porque me parece que se ponen
obstáculos a la mayor gloria de Dios y al bien de
las almas. Es ya la tercera vez que el Arzobispo
de Turín suspende a sacerdotes salesianos para oír
las confesiones de los fieles, sin guardar las
formas canónicas. Suspendió al que esto escribe,
al no firmar la licencia de confesión sin aviso de
ninguna clase. Suspendió al sacerdote José
Lazzero, Director de la casa madre de Turín, sin
avisar de ello al Superior, sin previa
notificación y sin que nunca se haya sabido la
razón.
Ahora acaba de suspender al sacerdote Juan
Bonetti, a quien estaba confiada la dirección de
un Oratorio festivo en la ciudad de Chieri, donde
hacía mucho bien.
El párroco de aquella parroquia y el Arzobispo
juzgaron que este sacerdote había escrito al uno y
al otro cartas, faltas del debido respeto; pero,
aun en el supuesto de que estas cartas fueran
tales, lo cual está todavía por dictaminar, se
habría remediado inmediatamente avisando al
superior de la Congregación. En cambio, se le
quitó la facultad de confesar en toda la diócesis
de Turín. Pero parece que, según las
prescripciones de la Santa Iglesia, varias veces
renovadas por esa competente Sagrada Congregación
de Obispos y Regulares, las suspensiones de este
género deben ir precedidas de algunas
amonestaciones, dando comunicación de ello al
Superior y por motivos concernientes al Sacramento
de la Confesión.
Por lo tanto, ruego a V. E. se digne invitar a
Nuestro Rvmo. Arzobispo de Turín a observar las
normas prescritas por la Santa Sede para
semejantes medidas y, antes de imponer tan graves
penas eclesiásticas, se digne examinar si los
hechos las merecen y, hasta donde sea posible, se
eviten los escándalos públicos, como sucedió
precisamente en el caso del sacerdote Juan
Bonetti, todavía suspendido de la facultad de oir
las confesiones de los fieles. Así él, que
predicaba con tanto celo en la ciudad de Chieri,
ha tenido que abandonar el confesonario,
frecuentado por una multitud de penitentes y
alejarse de la archidiócesis para no ser objeto de
la pública atención.
Expuesto humilde y respetuosamente cuanto
precede, ((**It14.236**)) me
someto sin reserva a todo cuanto V. E. ordene o
simplemente tenga a bien aconsejar, con relación a
lo expuesto.
Permitame el alto honor de poder besar su
sagrada púrpura y profesarme con profunda
gratitud,
De V. E. Rvma.
Falta la fecha 1
Su seguro servidor
JUAN BOSCO, Pbro.
1 Copia a mano de don Joaquín Berto,
secretario; el cual escribe que la carta es del
mes de febrero.
(**Es14.207**))
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