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((**Es14.207**) al cardenal Ferrieri, Prefecto de la Congregación de Obispos y Regulares. No nos consta que recibiera respuesta; puede ser que, por efecto de aquella relación, viniese el aviso de que aquel asunto, por razones de competencia, se remitiese a la Congregación del Concilio. Eminencia Reverendísima: Siento causar molestias a Vuestra Eminencia Reverendísima, tan ocupado por el bien universal de la Santa Iglesia. Pero me considero obligado a escribir esta carta, porque me parece que se ponen obstáculos a la mayor gloria de Dios y al bien de las almas. Es ya la tercera vez que el Arzobispo de Turín suspende a sacerdotes salesianos para oír las confesiones de los fieles, sin guardar las formas canónicas. Suspendió al que esto escribe, al no firmar la licencia de confesión sin aviso de ninguna clase. Suspendió al sacerdote José Lazzero, Director de la casa madre de Turín, sin avisar de ello al Superior, sin previa notificación y sin que nunca se haya sabido la razón. Ahora acaba de suspender al sacerdote Juan Bonetti, a quien estaba confiada la dirección de un Oratorio festivo en la ciudad de Chieri, donde hacía mucho bien. El párroco de aquella parroquia y el Arzobispo juzgaron que este sacerdote había escrito al uno y al otro cartas, faltas del debido respeto; pero, aun en el supuesto de que estas cartas fueran tales, lo cual está todavía por dictaminar, se habría remediado inmediatamente avisando al superior de la Congregación. En cambio, se le quitó la facultad de confesar en toda la diócesis de Turín. Pero parece que, según las prescripciones de la Santa Iglesia, varias veces renovadas por esa competente Sagrada Congregación de Obispos y Regulares, las suspensiones de este género deben ir precedidas de algunas amonestaciones, dando comunicación de ello al Superior y por motivos concernientes al Sacramento de la Confesión. Por lo tanto, ruego a V. E. se digne invitar a Nuestro Rvmo. Arzobispo de Turín a observar las normas prescritas por la Santa Sede para semejantes medidas y, antes de imponer tan graves penas eclesiásticas, se digne examinar si los hechos las merecen y, hasta donde sea posible, se eviten los escándalos públicos, como sucedió precisamente en el caso del sacerdote Juan Bonetti, todavía suspendido de la facultad de oir las confesiones de los fieles. Así él, que predicaba con tanto celo en la ciudad de Chieri, ha tenido que abandonar el confesonario, frecuentado por una multitud de penitentes y alejarse de la archidiócesis para no ser objeto de la pública atención. Expuesto humilde y respetuosamente cuanto precede, ((**It14.236**)) me someto sin reserva a todo cuanto V. E. ordene o simplemente tenga a bien aconsejar, con relación a lo expuesto. Permitame el alto honor de poder besar su sagrada púrpura y profesarme con profunda gratitud, De V. E. Rvma. Falta la fecha 1 Su seguro servidor JUAN BOSCO, Pbro. 1 Copia a mano de don Joaquín Berto, secretario; el cual escribe que la carta es del mes de febrero. (**Es14.207**))
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